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Rechazando
Intervenir:
El
Tribunal Supremo de Israel y los Territorios Ocupados
Jonathan
Cook*
Mundoarabe
Traducción:
Carlos Sanchis
En
su informe anual emitido en julio del 2003, la Asociación para los Derechos
Civiles en Israel (ACRI) pintaba un cuadro ya, sorprendentemente, familiar de
los maltratos del Ejército israelí a los palestinos en Cisjordania y Gaza.
Una gama amplia de prácticas
militares -desde las búsquedas casa por casa en pueblos a "asesinatos
selectivos" de activistas palestinos- recibe duras criticas, inusualmente
duras para los estándares de la corriente principal de los grupos de Derechos
Humanos. " La mayoría de los abusos no ocurren como resultado de la
necesidad operativa por parte del Ejército", continúa el informe,
"sino de la acción vengativa de los soldados, que reciben la implícita
aprobación para denigrar la dignidad, la vida y la libertad de civiles
palestinos inocentes."
La ACRI continúa citando
datos del ejército que revelan que la mayoría de los incidentes de posibles
abusos, incluyendo la mayoría de muertes por disparos, nunca son investigados.
Entre el estallido de la Intifada en septiembre del 2000 y junio del 2003, el Ejército
israelí dice haber abierto 362 investigaciones internas y formulado acusaciones
en 46 casos, la mayoría de ellos relacionados con robos de propiedades
palestinas. Sólo ocho soldados fueron acusados en incidentes con disparos,
pero, hasta la fecha, ninguno ha sido condenado.
Aunque los soldados acusados
normalmente comparecen ante tribunales militares, más que ante jueces civiles,
las políticas gubernamentales israelíes y las estrategias “operativas” del
Ejército en los Territorios Palestinos Ocupados, están sujetas a la supervisión
judicial civil en el Tribunal Supremo.
Estos jueces alardean de una
reputación tenaz, cual perros guardianes independientes y dispuestos para una
amplia gama de problemas sociales y
culturales dentro de Israel. Todavía, pese a la ilegalidad de los toques de
queda, la demolición de hogares y otras políticas de la ocupación bajo la
Cuarta Convención de Ginebra, casi todas éstas políticas han sido apoyadas
por el Tribunal Supremo israelí, respaldando la afirmación del gobierno de
estar llevando a cabo una ocupación relativamente “benigna” necesaria únicamente
para garantizar la seguridad israelí.
LA SOMBRA DEL TRIBUNAL
Según David Kretzmer, un
profesor de derecho en la Universidad Hebrea de Jerusalén, el tribunal ha
llevado a cabo cientos de juicios relativos a Cisjordania y Gaza desde 1967,
particularmente durante las dos revueltas palestina contra la ocupación israelí,
la primera entre 1987 y 1993 y la segunda desde septiembre 2000. Estos fallos
han aprobado, entre otras cosas, el establecimiento de colonos
civiles, cambios de leyes locales, la construcción de la red de
carreteras de bifurcación, confiscación de tierras, deportaciones,
demoliciones de casas y detenciones administrativas. La conclusión del reciente
libro de Kretzmer, "La Ocupación
de la Justicia" es pesimista: "El tribunal ha racionalizado
virtualmente todas las acciones controvertidas de las autoridades israelíes,
especialmente aquellas más problemáticas bajo los principios del derecho
humanitario internacional."
La mera amenaza de un logro
legal -lo que Kretzmer llama "la sombra del tribunal " - en ocasiones
podrían haber forzado a las autoridades a revocar
una decisión sin someterla a prueba ante los jueces. Pero
Kretzmer argumenta que cuando los casos llegan al Tribunal Supremo, este
invariablemente falla " a favor de las autoridades, a menudos basándose en
argumentos de dudosa legalidad." Añade que esto ha legitimado la ocupación
" tanto para el público israelí, en cuyo nombre las autoridades militares
han actuado, como para los observadores extranjeros simpatizantes de las
posiciones fundamentales israelíes."
Durante la segunda Intifada,
grupos de Derechos Humanos obtuvieron conquistas legales a varias políticas
israelíes en los Territorios Ocupados. Tres casos importantes implicaron al
sistema de controles militares y bloqueos de carreteras que han asfixiado la
economía palestina y la vida social y que ha llevado a la muerte a docenas de
palestinos porque su tratamiento médico ha sido retenido, los prolongados
toques de queda impuestos en la mayoría de las ciudades palestinas durante los
años 2001, 2002 y 2003, y la toma de civiles palestinos como "escudos
humanos ". El informe de la ACRI es prudente en sus criticas al Tribunal
Supremo en estas cuestiones, posiblemente porque la justicia ofrece la única
esperanza de remediar los sufrimientos de los palestinos a manos del ejército.
Sin embargo una lectura detenida del documento revela un cuadro de la judicatura
que, en palabras de un veterano abogado de Derechos Humanos, "aprueba automáticamente
cualquier crimen de guerra que comete el ejército israelí". En cualquiera
de los tres casos vistos o fallados en julio del 2003, el Tribunal Supremo
israelí rehusó de cualquier modo práctico proteger a la población civil
palestina.
"NO IRRAZONABLES"
BOLQUEOS DE CARRETERAS
En marzo, la ACRI y Médicos
por los Derechos Humanos recurrieron al Tribunal Supremo por un caso probado
sobre los bloqueos de carreteras. La Organización B'tselem por los Derechos
Humanos había registrado al menos 38 muertes palestinas en los controles
militares, en el período entre la erupción de la Intifada y febrero del 2003.
B'tselem cree que habían habido muchos
más casos pero incluyó sólo aquellos que podían ser verificados sin ninguna
duda de que un retraso o un obstáculo deliberado en los controles militares
israelíes condujo a la muerte.
En el caso de la ACRI, los
peticionarios solicitaban que el ejército retirara las barreras que impedían
entrar y salir a los palestinos de tres ciudades cercanas a Nablus en
Cisjordania. Los 11.000 residentes de Salim, Deir al-Hatab e Izmut, que forman
un semicírculo al sur del asentamiento judío de
Elon Moreh, habían sido efectivamente encerrados
en sus poblaciones durante un año; incapaces de ganarse la vida, acceder
a los servicios médicos, o asistir a las universidades. En julio, el Tribunal
Supremo israelí rechazó la petición, admitiendo que, aunque otros métodos de
prevenir los ataques a Elon Moreh estaban disponibles, el método escogido por
el ejército era "no irrazonable".
En una acción separada, la
ACRI solicitó al tribunal detener los toques de queda que habían afectado a
casi todas las ciudades de Cisjordania a lo largo del pasado año. En Ramallah,
los residentes habían sido forzados a permanecer encerrados en sus casas
durante 100 días; en Hebrón, la ciudad más regularmente bajo toque de queda,
el número de estos días alcanzó los 200. La ACRI presentó Hebrón como un
caso probado, argumentando al Tribunal Supremo que la imposición regular de los
toques de queda de más de 100 horas de duración estaba privando a los
palestinos del derecho a ganarse la vida y llevándolos al borde
del hambre. Los abogados también postularon que las razones del ejército
para los toques de queda en Hebrón eran prevenir los enfrentamientos entre los
100.000 habitantes palestinos y unos centenares escasos de colonos judíos que
viven en el centro de la ciudad. La ACRI argumentó que esta política era
discriminatoria, ya que a los palestinos no se les permitía salir de casa
mientras que los colonos podían moverse a su voluntad. En julio, los jueces
rechazaron también esta petición,
fallando que la política era "coherente" y que el Ejército israelí
estaba haciendo todo lo posible por aliviar la situación de los habitantes
locales.
"ESCUDOS HUMANOS"
Pero quizá el ejemplo más
patente de la pasividad del Tribunal Supremo, ha sido la saga legal del uso por
parte del ejército de escudos humanos. Siete grupos palestinos e israelíes de
Derechos Humanos han estado batallando para acabar con esta práctica desde mayo
del 2002, creyendo que esto contraviene claramente al Derecho Internacional, sería
casi imposible para el tribunal no pronunciarse. Nada más lejos, a pesar de
varias vistas orales, comprobaron que se habían equivocado.
El abogado palestino Marwan
Dallal de Adalah, un ayudante legal para la
Sociedad de los Ciudadanos Palestinos de Israel, condujo el pleito. Dallal
presentó su petición inicial contra la política de escudos humanos del ejército
en mayo del 2002. Tras la invasión de Cisjordania que empezó el 28 de marzo,
como parte de “la operación Escudo Defensivo”, los siete grupos de Derechos
Humanos identificaron 4 practicas comunes del ejército que consistían en tomar
a los palestinos como rehenes, o "escudos humanos": forzando a los
individuos a entrar en los edificios indagando como señuelos, haciéndoles
retirar a ellos los objetos sospechosos de las carreteras, exigiéndoles
permanecer de pie en las posiciones militares para impedir el fuego de los
palestinos armados y forzándoles a caminar delante de los soldados para
protegerlos de los disparos.
El uso de los palestinos como
escudos humanos es posiblemente la más clara violación de los derechos humanos
cometida por el ejército israelí, no sólo porque
los pequeños beneficios de "seguridad" logrados por el ejército
se obtuvieron del muy alto coste de poner en peligro vidas civiles palestinas,
"la táctica, sencillamente, asume que las vidas de los circunstanciales
palestinos son inferiores a las de los soldados", dice Dallal. Su
punto de vista está respaldado por Amnistía Internacional y Human Rights Watch,
estas organizaciones consideran la toma de escudos humanos como un grave
incumplimiento de la Cuarta Convención de Ginebra.
Conforme a
Adalah, esta táctica viola siete artículos de la Convención. El artículo
51, por ejemplo, afirma: " La potencia ocupante no puede obligar a las
personas protegidas a servir en sus tropas o fuerzas auxiliares." Aún más
claramente, el artículo 28 dice: " La presencia de una persona protegida
no puede ser usada para dejar inmunes ciertas áreas o puntos a las operaciones
militares."
Sin embargo, después de más
de un año, de vistas orales, el Tribunal Supremo israelí ha rehusado
interceder. Por el contrario, repetidamente a pospuesto vistas orales,
permitiendo al ejército redefinir lo que constituye su táctica de escudos
humanos y rehusado emitir normativas de reprobación cuando se ha demostrado que
el ejército ha actuado de
mala fe.
EL
"PROCEDIMIENTO DEL VECINO"
En su petición original,
Adalah aportaba varios testimonios de palestinos usados como escudos humanos. En
uno de los casos, el 8 de Abril del 2002 seis soldados israelíes informaron haber
entrado en la mezquita de al-Baq en el casco antiguo de Nablus, la cual fue
usada como hospital de emergencia. Según uno de los médicos que estaban
dentro, Zahra al-Wawi, los soldados llegaron con sus armas apoyadas en los
hombros de civiles palestinos.
Estos testimonios estaban
respaldados por los relatos de soldados rasos. Un sargento en la reserva, Nati
Aharoni, dijo a la revista semanal
del ejército, Bamahaneh el 12 de Abril del 2002, sobre sus experiencias
buscando un edificio en Qalqilya: " Habíamos entrado en el edificio en el
pasado y nos temíamos que esta vez los palestinos habían dejado dispositivos
explosivos para nosotros," fue citado al decir " así que de acuerdo
con la práctica normal, el mando de la unidad tomó un palestino de una casa
del vecindario e hizo que diera un vistazo por el lugar. Entonces le estrechamos
la mano y le dimos las gracias."
El ejército rehusó admitir
haber adoptado jamás semejantes prácticas pero evitó una normativa del
tribunal al prometer "emitir inmediatamente un orden determinante"
prohibiendo usar a los civiles " como un medio de
"escudos humanos" (soldados) contra el fuego de los ataques
terroristas" y "clarificar" por sus mandos que los palestinos no
podían ser forzados a entrar en edificios a menos que el mando estuviera seguro
que no eran puestos en peligro. El Tribunal Supremo se mostró de acuerdo con
estos términos, rehusando dictar una orden, a pesar de las objeciones de Adalah
de que semejantes decisiones tomadas por
los soldados en nombre de los civiles palestinos todavía violaban el Derecho
Internacional y que los mandos podían no saber si las vidas de los civiles eran
puestas en peligro.
El problema resurgió en
agosto del 2002 cuando a un palestino de 19 años,
Nidal Abu Muhsin, le dispararon originándole la muerte en la ciudad
cisjordana de Tubas, cuando fue forzado por el Ejército israelí a llamar a una
puerta del vecindario. Adalah volvió al tribunal, logrando la promesa
del ejército sobre la seguridad de esa táctica que declaraba esta vez, llamándola
el "procedimiento del vecino" - soldados usando a civiles palestinos
para realizar funciones militares-. Dallal afirmó que la frase era un mero
eufemismo del uso de escudos humanos. El tribunal emitió una prohibición
temporal para dar al Estado una
oportunidad de aportar detalles de tal práctica.
Pero
Adalah fue forzado a apelar nuevamente al tribunal en noviembre después
de que tuviera claro que el ejército continuaba usando a civiles como escudos
humanos, violando la prohibición del Alto Tribunal. B'tselem aportó cinco
detallados casos de civiles palestinos tomados como escudos humanos por el ejército.
Adalah solicitó que el primer
ministro Ariel Sharon, el ministro de Defensa Shaul Mofaz y el jefe del Estado
Mayor Moshe Yaalon fueran
declarados en desacato al tribunal. El tribunal nuevamente pospuso las
actuaciones, dando tiempo al Estado israelí para responder a las acusaciones.
Mientras tanto, a finales de diciembre, Adalah y B'tselem presentaron además
otros cuatro ejemplos de civiles palestinos tomados como escudos humanos. En un
caso registrado por B'tselem, el 9 de noviembre del 2002 Khalid Kamil de 39 años,
y padre de tres hijos, fue obligado a punta de arma de fuego a entrar en la casa
de un líder del Movimiento Jihad armado para decirle que se rindiera. Kamil fue
expuesto más tarde al fuego de un violento combate armado.
En lugar de usar la masiva
evidencia para empezar un procedimiento de desacato contra el Ejército israelí,
el Tribunal Supremo, por el contrario, escogió
reducir el alcance de la prohibición, en enero del 2003 aprobó una práctica
ahora etiquetada como " aviso previo" - los palestinos serían usados
por los soldados para "asistencia." El ejército acordaba aplicar dos
condiciones: El mando debía determinar que los civiles no eran puestos en
peligro, y que los participantes estuvieran de acuerdo en ayudar. Las objeciones
de Adalah de que toda "asistencia" a un ejército es inherentemente
peligrosa y que ningún palestino se ofrecería voluntario a semejantes
operaciones, fueron rechazadas por los jueces
DECLINANDO INTERVENIR
En
febrero, abril y mayo de 2003, Adalah estaba de nuevo en el Tribunal Supremo
israelí con más casos de palestinos usados como escudos humanos, incluyendo un
incidente fotografiado por un pacifista israelí. En un típico testimonio, el
palestino Samer Sharif de 21 años, de Nablus, afirmaba que el 21 de Enero del
2003 fue puesto en la cubierta de un Jeep, esposado a la ventana de espaldas al
conductor. El jeep entonces se dirigió hacía unos jóvenes palestinos que
lanzaban piedras; uno de los soldados les disparó desde detrás de la cabeza de
Sharif.
El tribunal no emitió una
decisión sobre el “aviso previo” ni inició un procedimiento por desacato a
ninguno de los auditados. También ignoró la opinión experta del profesor de
Derecho Eyal Benvenisti de la Universidad de Tel Aviv que argumentó que el
procedimiento del “aviso previo” era todavía una violación de la Convención
de Ginebra.
Más recientemente, el 8 de
julio de este mismo año, el tribunal se reunió para escuchar una nueva
proposición de Adalah. Esta vez los abogados llegaron provistos no de afidávits
de palestinos sino de un soldado israelí.
Gedalia Etzion, de 39 años, de Jerusalén; dijo que durante su último
servicio en la reserva en febrero a su unidad le fueron dadas instrucciones
sobre el “aviso previo”. Según Etzion, el tema del consentimiento fue
tratado como una broma por sus mandos. " Un tipo preguntó que haríamos si
los palestinos no estaban de acuerdo en servir como escudos humanos, a lo cual
el instructor contestó – sonriendo abiertamente y bromeando -- 'No hay tal
cosa.'" Así como la otra condición -
que un civil no será puesto en peligro -
no fue mencionada para nada.
La vista oral ofrecía pocas
esperanzas de que el Tribunal Supremo israelí fuera la salvaguarda de los
derechos de los palestinos. Los jueces nuevamente pospusieron el caso para una
fecha indeterminada, cuando dijeron que debía ser auditado por un jurado
ampliado de tres jueces. No emitieron ningún procedimiento de desacato al
tribunal o a la orden de “aviso
previo”, lo que permitirá que esta continúe.
POLÍTICA DE LA LEY
Bajo la Cuarta Convención de
Ginebra de la que Israel es un signatario, los residentes civiles de un
territorio ocupado son “personas protegidas” y deben ser salvaguardadas por
la potencia ocupante. Aunque la ONU y las más
altas partes contractuales de las Convenciones de Ginebra concluyen que
la Cuarta Convención de Ginebra es aplicable en Cisjordania, Gaza y Jerusalén
Este, las autoridades israelíes han aducido tradicionalmente que no, puesto que
no reconocían el poder “soberano” cuando Israel tomó estos territorios en
1967.
Israel emborrona algo el
cuadro acordando implementar las provisiones de la Convención "de
facto" - diciendo, en efecto, que aunque la Convención no es obligatoria
en los Territorios Ocupados, Israel respetará sus provisiones porque ha elegido
hacerlo. Cuando Israel no respeta la Convención, sus abogados pueden recurrir a
la argucia de que no es aplicable en todos los casos.
Pero
el fracaso del Tribunal Supremo para revocar las ilegitimas
políticas de la ocupación israelí tiene raíces políticas más que
justificaciones legales. Los 14 jueces del tribunal, como miembros de una
sociedad cuyas metas y valores comparten, no son inmunes a los miedos al mismo
interés común que el público judío en general. Esto fue netamente ilustrado
en una vista oral ante el tribunal para detener los “asesinatos selectivos”
en enero del 2002. Antes de rechazar la petición, el juez Michael Cheshin –
en una tabla de tres - expresó un concedido interés en querer que la política
de asesinatos continuara si ello significaba que su hijo, que estaba sirviendo
en el Ejército israelí, no tendría que
aventurarse en áreas peligrosas para efectuar arrestos. "Mi hijo va a esos
territorios (palestinos) y yo no quiero ponerlo en peligro," dijo a los
abogados de Derechos Humanos.
Aunque una encuesta de opinión
muestra que la opinión publica israelí tiene al tribunal en alta consideración,
aún tiene en más alta estima al ejército. La opinión pública es improbable
que apoye fallos negativos sobre la conducta del ejército. El juez jefe del
Tribunal Supremo, Aharon Barak, ha reconocido implícitamente este hecho,
escribiendo que el tribunal “ debe tener en cuenta el consenso social."
También, el activismo a menudo atribuido al tribunal en la esfera doméstica
–- juicios aplicados a ciudadanos israelíes únicamente – se ha ganado una reputación en la derecha israelí como un
baluarte del liberalismo pervertido. El tribunal resiste las amenazas periódicas
de ser reemplazado por un más popular Tribunal Constitucional, que seria, al
menos parcialmente, elegido por los políticos.Las interferencias polémicas del
tribunal en los Territorios Palestinos Ocupados constituirían una
indudable presión a favor de su disolución.
Lo
más importante, el Tribunal Supremo ha aceptado debidamente la premisa del
sionismo de que el interés de Estado de Israel prima sobre todas las otras
consideraciones, incluido, evidentemente, el Derecho Internacional. En disputas
entre el Estado y los palestinos, el tribunal ni es ni puede ser neutral. Así
cuando el Estado despliega el argumento de que una política específica es
necesaria para la seguridad israelí, el tribunal esta debidamente amarrado al
consentimiento, como se ha evidenciado. Como Kretzmer observa, " La base
narrativa dominante es que el estado está siendo atacado, las autoridades están
intentando protegerlo y el último deber del tribunal es ayudarlos en esta tarea." Los casos sometidos para
proteger los derechos humanos de los palestinos son, por lo tanto,
probablemente más una prueba
para los nervios de la magistratura
o para sus asunciones ideológicas que de los principios legales.
* Jonathan Cook es un
periodista.
4
agosto de 2003
_________________________
Para
antecedentes en la aplicación del derecho internacional a los Territorios
Ocupados, ver Richard Falk, "International Law and the al-Aqsa
Intifada,"
Middle
East Report 217 (Winter 2000). El artículo en su versión inglesa está
disponible en esta dirección en: http://www.merip.org/mero/mero.html
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