Apenas un día después de la toma de Trípoli, los socios del antiguo régimen libio han recordado a los rebeldes que los contratos eran "con Libia, no con Gadafi".
Antes de la guerra, el país norteafricano extraía 1,6 millones de barriles de petróleo diarios, el 2% de la producción mundial, el tercer mayor volumen de África tras Nigeria y Angola. Hoy apenas produce 50.000 barriles, por lo que necesitaría tiempo para volver a la normalidad.
Aunque la guerra civil redujo a menos de una cuarta parte su actividad, esta nunca paró y Qatar vendió el crudo en nombre de los rebeldes mientras el régimen de Gadafi se embolsaba con las refinerías que controlaba otros cientos de millones de euros.
Numerosas petroleras europeas tienen intereses en Libia. Repsol extraía antes del conflicto cerca de un 4% de su producción en el país norteafricano, donde contaba con aproximadamente una veintena de trabajadores. También destacan la italiana Eni, con una exposición del 14% de su producción en Libia, seguida por la austriaca OMV (9% de su producción), la francesa Total (3%) y la noruega Statoil (0,2%).
Una vez depuesto el coronel libio, desaparecido tras cuatro décadas de dictadura, los rebeldes analizarán los apoyos recibidos durante la guerra civil. "No tenemos problemas con empresas de países occidentales como las italianas, francesas o británicas, pero tenemos que tratar unos asuntos políticos con Rusia, China y Brasil", advierte Abdeljalil Mayouf, responsable de información de la petrolera rebelde Agoco.
El ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, ha asegurado que los rebeldes respetarán el negocio de petroleras como Eni, una de las principales compañías extranjeras en Italia: "Han acordado respetar todos los contratos, incluidos aquellos con las compañías italianas".
"Los contratos de Italia son con Libia, no con Gadafi", añade Frattini, ministro de uno de los países que más impulsaron la intervención de la OTAN, clave para el éxito de los rebeldes, y a la que aportaron sus bases.
El Gobierno de Silvio Berlusconi y prácticamente todos los gobiernos italianos eran estrechos aliados de Gadafi hasta el pasado marzo, pero a partir de abril Italia cambió de bando y apoyó a los rebeldes. Prueba de sus buenas relaciones es que hace un año, en 2010, Gadafi viajó a Italia y fue recibido con los máximos honores de Estado y firmó suculentos contratos con las multinacionales italianas. Ese mismo año, Gadafi visitó España, país de otra petrolera con intereses en Libia, Repsol. En Francia, varios medios locales especulaban con que Gadafi pagó parte de los gastos de la campaña electoral del actual presidente francés, Nicolás Sarkozy. Durante el pasado mes de junio, algunos responsables del régimen de Gadafi declararon una y otra vez que este rumor era cierto y que los responsables de la campaña electoral de Sarkozy habían recibido dinero a través del personal diplomático libio en París.
Preocupación china
Un país más preocupado por sus inversiones en Libia es el 'dragón asiático', que actuó entre dos aguas durante la guerra civil y que importa entre el 4 y 8% de la producción libia.
Unas 75 compañías chinas operaban en Libia antes de la guerra, incluyendo 36.000 empleados y 50 proyectos petroleros y de infraestructuras, según la prensa asiática.
Pekín reconoció la legitimidad del Consejo Nacional de Transición rebelde en junio, tres meses después de abstenerse en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la intervención en Libia, allanando así el camino para los ataques aéreos.
El responsable del departamento de Comercio, Wen Zhongliang, ha respondido a la amenaza de los rebeldes libios de reconsiderar sus contratos que la inversión china, "especialmente la petrolera, es uno de los aspectos de nuestra cooperación económica, y esta cooperación es por el interés mutuo de China y Libia".
"Esperamos que después de la vuelta a la estabilidad, Libia continuará protegiendo los intereses y derechos de los inversores chinos", añadió el ministro.
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