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Carta al
embajador del Estado de Israel sobre el “inexistente” genocidio palestino
Voy a intentar contestar punto por punto a las afirmaciones de su escrito para impedir que mis palabras puedan ser interpretadas como anti-semitismo (palabra tótem a la que recurren ustedes para descalificar y evitar el diálogo con quienes mantienen posturas diferentes a las suyas, desde antes de la creación ilegal de su Estado (proclamado unilateralmente y sin respetar lo acordado en la Resolución 181 de noviembre de 1947 de la Asamblea de Naciones Unidas que preveía una Comisión para la ejecución de la partición de Palestina en dos Estados, con unión económica entre ellos). Hablaré con más detalle después de ese famoso antisemitismo del que se sirven para paralizar las acciones de protesta contra las violaciones de los derechos humanos, los crímenes contra la humanidad y el genocidio lento pero continuado que vienen perpetrando contra un pueblo indefenso, chivo expiatorio del genocidio cometido por los nazis no sólo contra los judíos, sino contra discapacitados, gitanos, homosexuales, socialistas, comunistas y republicanos españoles. Algo que ustedes premeditadamente olvidan o silencian para mantener viva la llama de su holocausto que impida la mirada atenta sobre lo que está sucediendo en el Estado de Israel. Usted considera afrenta no conmemorar, una vez más, la Memoria del Holocausto (por supuesto sólo el de ustedes) y lo atribuye o bien a ignorancia o bien a indiferencia hacia lo ocurrido a los millones de judíos inocentes, lo que casi resulta ridículo: ignorar las barbaridades cometidas por los nazis sería prácticamente imposible para cualquier ciudadano del mundo occidental tras más de cuarenta años de difusión de aquellos horrores mediante películas de gran éxito, series de televisión, reportajes y artículos en los medios escritos y centenares de libros editados sobre la materia, pero no veo en qué medida puede constituir afrenta alguna para las víctimas dar importancia a la segunda parte de la convocatoria: la prevención de los Crímenes contra la Humanidad. Y sólo se pueden prevenir si se conocen. Los cometidos contra sus antepasados, insisto, no sólo se han dado a conocer – y se siguen haciendo públicos- transcurridos más de 60 años de los hechos, sino que han sido reparados en la medida de lo posible -con excepción, claro está de las vidas irrecuperables- mediante multimillonarias indemnizaciones, devolución de propiedades confiscadas, reparaciones de los daños materiales sufridos, posibilidad de retorno a sus hogares, etc.
Pero en la actualidad, le
indigne o no, le produzca estupefacción o la simule, y aunque lo declare
“inexistente” se viene produciendo, ante la impasibilidad de la comunidad
internacional, un auténtico genocidio con los palestinos (el Art. II de la
Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, establece
claramente en qué consiste el genocidio: “En la presente Convención, se entiende
por genocidio cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados
con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso”). El Estado de Israel lo lleva cometiendo contra los
palestinos por el hecho de serlo, por ser los habitantes autóctonos del
territorio que los sionistas ansiaban ocupar desde finales del siglo XIX (mucho
antes del Holocausto) y del que se apoderaron mediante la fuerza y el
terrorismo, haciendo caso omiso de lo comprobado por los rabinos vieneses
enviados a explorar la situación. ¿Le suena, Embajador, el telegrama que
remitieron desde Palestina? ¿Conoce su texto: “la novia es hermosa pero está
casada con otro hombre”? Ese otro “hombre” eran los palestinos- judíos,
musulmanes y cristianos- que habían vivido en paz y convivencia respetuosa
durante siglos y que habían respetado y honrado sus lugares santos respectivos.
Pero hablemos también de Hamás y de su
calificación como organización terrorista. En la tradición europea, la
resistencia contra las fuerzas ocupantes nunca se ha considerado terrorismo,
todo lo contrario, los resistentes franceses se recuerdan como héroes; los
partisanos, como patriotas. Pero si se trata de la resistencia palestina contra
una ocupación ilegal, condenada en múltiples resoluciones de la ONU incumplidas
por Israel, entonces se trata de terrorismo. Hamás fue vencedor limpiamente de
las primeras elecciones legislativas democráticas en los territorios ocupados
por Israel. El mismo ex presidente Jimmy Carter así lo atestiguó. Pero ni EEUU
ni sus satélites de la Unión Europea, tan demócratas ellos, aceptaron el
resultado de las elecciones. Y desde hace un año no han hecho sino contribuir a
la bien diseñada política de limpieza étnica de Israel (Consulte a los nuevos
historiadores israelíes, lea a Avi Shlaim, catedrático de Oxford, o a Benny
Morris que no se priva de lamentar públicamente que la limpieza étnica de 1948
no fuera completa, por no volver a mencionar al valiente y amenazado de muerte
Ilan Pappe). Hamás respetó la tregua, mientras el ejército israelí llevaba a
cabo sucesivas operaciones de castigo contra poblaciones indefensas, con ataques
aéreos, marítimos y terrestres (¿Se acuerda, embajador, de la familia asesinada
en la playa de Gaza? ¿Se le han olvidado ya las operaciones de este verano,
denominadas poéticamente “First Rain” (Primera lluvia) o “Summer Rain” (lluvia
de verano) contra la Franja de Gaza que produjeron 184 muertos, 42 de ellos
niños, y más de 650 heridos según datos de Médicos Sin Fronteras? Y todavía considera que somos quienes defendemos el derecho de los palestinos a una vida digna y a resistirse contra los ocupantes ilegales de su tierra, los que ofendemos a los “justos”, es decir a los masacrados por los nazis. Sinceramente, embajador, son gentes como usted y su Gobierno, y quienes les apoyan, los que manchan, denigran, ofenden y traicionan la memoria de todos aquellos que murieron- como ahora los palestinos- por una visión racista del mundo y del pretendido derecho de ciertos grupos étnicos a disponer de un lebensraun (espacio vital en la terminología nazi) a costa de quien sea. Para terminar, querría hacerle un aclaración, los que defendemos la causa palestina y queremos que el mundo abra los ojos a lo que está pasando en Gaza y en Cisjordania, no somos antisemitas: los palestinos son tan semitas como sus hermanos judíos. Ya sabe, descienden también del patriarca Abraham, ellos de Ismael y ustedes de Isaac. Tampoco somos anti-judíos. Las cosas claras, estamos en contra de todos aquellos que no respetan los derechos humanos, discriminan, asesinan, expolian a otros pueblos y se consideran protegidos de los dioses, sean judíos, musulmanes, cristianos o budistas. ¡Ya está bien de cortinas de humo! |
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Editor Ahmed
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