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Historia El mito del antifascismo sionista Cuando comenzó la
guerra contra Hitler, la casi totalidad de las organizaciones judías se
pusieron al lado de los aliados e incluso algunos de sus más destacados
dirigentes, como Weizmann, tomaron posición en favor de los aliados, pero el
grupo sionista alemán, que en aquella época era muy minoritario, adoptó una
actitud inversa y de 1933 a 1941 estuvo vinculado a una política de compromiso
e incluso de colaboración con Hitler. Las autoridades nazis al principio, al
mismo tiempo que perseguían a los judíos, arrojándoles, por ejemplo, de la
función pública, dialogaban con los dirigentes sionistas alemanes y establecían
un trato de favor distinguiéndoles de los judíos integracionistas a
quienes se perseguía. La acusación de colusión con las autoridades
hitlerianas no se dirigía a la inmensa mayoría de los judíos, algunos de los
cuales ni siquiera esperó a la guerra para luchar contra el fascismo. Lo
hicieron en las Brigadas Internacionales en la guerra civil española entre 1936
y 1939 (1). Otros, hasta en el ghetto de Varsovia, crearían un Comité judío
de lucha y supieron morir combatiendo. Pero esta acusación es aplicable a
la minoría fuertemente organizada de los dirigentes sionistas cuya única
preocupación era la de crear un Estado judío poderoso. Su preocupación
exclusiva de crear un Estado judío poderoso e incluso su visión racista del
mundo, les hacían mucho más anti-ingleses que anti-nazis. Tras la
guerra Menahem Beghin o Itzac Shamir llegaron a ser dirigentes de primer rango
en el Estado de Israel. Con fecha de 5 de
septiembre de 1939 -dos días después de la declaración de guerra de
Inglaterra y Francia contra Alemania- Chaim Weizmannn, Presidente de la Agencia
Judía, escribía a M. Chamberlain, Primer Ministro de su majestad el Rey de
Inglaterra, una carta en la que le informaba de que nosotros los judíos, estamos al lado de
Gran Bretaña y combatiremos por la Democracia, precisando que los mandatarios
judíos estaban dispuestos a firmar inmediatamente un acuerdo para permitir la
utilización de todas sus fuerzas en hombres, de sus técnicas, de su ayuda
material y de todas sus capacidades. Reproducida
en el Jewish Chronicle del 8 de septiembre de 1939, esta carta
constituía una auténtica declaración de guerra del mundo judío contra
Alemania. Exponía el problema del internamiento de todos los judíos alemanes
en campos de concentración como súbditos de un pueblo en estado de guerra
con Alemania, al igual que lo hicieran los americanos con sus propios súbditos
de origen japonés a los que internaron mientras duró la guerra contra Japón. Los dirigentes sionistas
dieron pruebas, en la época del fascismo hitleriano y mussoliniano, de un
comportamiento equívoco que iba del sabotaje de la lucha antifascista a la
tentativa de colaboración. El objetivo esencial de los sionistas no era el de
salvar vidas judías sino el de crear un Estado judío en Palestina. El primer
dirigente del Estado de Israel, Ben Gurión, proclamaba sin ambages, el 7 de
diciembre de 1938, ante los dirigentes sionistas del Labour: Si
supiera que era posible salvara todos los niños de Alemania trayéndoles a
Inglaterra, y solamente la mitad de ellos transportarlos a Eretz Israel, escogería
la segunda solución. Ya que debemos tener en cuenta no sólo la vida de estos
niños, sino también la historia del pueblo de Israel (2). El salvamento
de los judíos en Europa no figuraba alprincipio de la lista de las prioridades
de la clase dirigente. Era la fundación del Estado lo que era primordial ante
sus ojos (3). ()¿Debemos ayudar a
todos los que tengan necesidad sin tener en cuenta las características de cada
cual? ¿No deberíamos dar a esta acción un carácter nacional sionista e
intentar salvar prioritariamente a los que puedan ser útiles a la Tierra de
Israel y al judaísmo? Sé que puede parecer cruel exponer la cuestión de esta
manera, pero desgraciadamente debemos establecer claramente si somos capaces de
salvar a 10.000 personas entre las 50.000 que pudieran contribuir a la
construcción del país y al renacimiento nacional o bien a un millón de judíos
que pudieran llegar a ser para nosotros un fardo o mejor dicho un peso muerto.
En este caso nos limitaríamos a salvar a los 10.000 que pudieran ser salvados a
pesar de las acusaciones y los llamamientos del millón abandonados a su suerte (4). Este fanatismo inspira,
por ejemplo, la actitud de la delegación sionista en la Conferencia de Evian,
en julio de 1938, en la que 31 naciones se reunieron para discutir la absorción
de los refugiados de la Alemania nazi. La delegación sionista exigió, como única
solución posible, la de admitir a 200.000 judíos en Palestina. El Estado judío
era más importante para ellos que la vida de los judíos. El enemigo principal,
para los dirigentes sionistas era la asimilación. Centraban en esto la
preocupación fundamental de todo racismo, incluido el hitleriano: la pureza de
la sangre. Es por ello por lo que, en función misma del antisemitismo
sistemático que les animaba hasta perseguir el propósito monstruoso de dar
caza a todos los judíos de
Alemania y después a los de Europa cuando llegara la hora, los nazis
consideraban a los sionistas como interlocutores válidos puesto que también
ellos servían a este propósito De esta colusión
existen pruebas evidentes. La Federación Sionista de Alemania dirigía al
Partido nazi el 21 de junio de 1933 un memorándum en el que expresamente se
declaraba: En la fundación del
Nuevo Estado, que ha proclamado el principio de la raza, deseamos adaptar
nuestra comunidad a las nuevas estructuras nuestro reconocimiento de la
nacionalidad judía nos permite establecer relaciones claras y sinceras con el
pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque
nosotros no queremos subestimar estos principios fundamentales, es por lo que
también nos pronunciamos contra los matrimonios mixtos y en favor del
mantenimiento de la pureza del grupo judío Los judíos conscientes de su
identidad, en el nombre de los cuales hablamos, pueden encontrar sitio en la
estructura del Estado alemán, pues están libres del resentimiento que los judíos
asimilados deben experimentar; creemos en la posibilidad de relaciones leales
entre los judíos conscientes de su comunidad y el Estado alemán. Para alcanzar
sus objetivos prácticos, el sionismo espera ser capaz de colaborar incluso con
un gobierno fundamentalmente hostil a los judíos La realización del sionismo
no está molesta más que por el resentimiento de los judíos en el exterior,
contra la orientación alemana actual. La propaganda para el boycot --
actualmente dirigida contra Alemania- - es por definición, no sionista (5).
El Memorándum añadía: en el caso de que los alemanes aceptaran esta
cooperación, los sionistas se esforzarían en convencer a los judíos
del extranjero a que renunciaran a participar en el boycot contra Alemania (6).
Los dirigentes hitlerianos acogieron favorablemente la orientación de los
mandatarios sionistas que, por su preocupación exclusiva por constituir su
Estado en Palestina, aunaban sus esfuerzos para desentenderse de los judíos. El
principal teórico nazi, Alfred Rosenberg, escribe: el sionismo debe ser
vigorosamente sostenido a fin de que un contingente anual de judíos alemanes
sean llevados a Palestina (7). Reinhardt Heydrich, que
fue más tarde el Protector en Checoslovaquia, escribía en 1935, durante
el tiempo en que era jefe de los Servicios de Seguridad de las S. S.
en el Das Schwarze Korps, órgano oficial de las S.S., un artículo
sobre El enemigo visible en el que se establecían distinciones entre los
judíos: Nosotros debemos dividir a los judíos en dos categorías: los
sionistas y los partidarios de la asimilación. Los sionistas profesan una
concepción estrictamente racial, y, para la emigración en Palestina, ayudan a
edificar su propio Estado judío nuestros mejores votos y nuestra buena voluntad
oficial para ellos (8). El Betar alemán
recibió un nuevo nombre: Herzlia. Las actividades del movimiento en Alemania
debían obtener a buen seguro la aprobación de la Gestapo; en realidad, Herzlia
actuaba bajo la protección de esta última. Un día, un grupo de las S.S. atacó
un campamento de verano del Betar. El jefe del movimiento se quejó entonces a
la Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los
S. S. en cuestión habían sido castigados. 1. Más
del 30 % de los americanos de la Brigada Abraham Lincoln eran judíos, a los que
denunciaba la prensa sionista, porque combatían en España, en
lugar de ir a Palestina. En la Brigada Dombrovski, de 5.000 polacos, 2.250 eran
judíos. A estos judíos que lucharon en todos los frentes del mundo con las
fuerzas antifascistas, los dirigentes sionistas, en un artículo de su
representante en Londres, titulado: ¿Deben participar los judíos en los
movimientos antifascistas? respondía: ¡No!... y fijaban el único
objetivo: La construcción de la tierra de Israel (Jewish Life,
abril 1938, p.11). |
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Editor Ahmed
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