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___________________________________ La
construcción de Rashid
Khalidi * La
experiencia paradigmática de la condición de ser palestino que ilustra los
problemas básicos plateados por la identidad palestina tiene lugar en una
frontera, un aeropuerto, un control o cualquiera de las barreras características
del mundo moderno donde se verifican las identidades. Para los palestinos, las
fronteras constituyen un problema y no sólo porque su identidad los exponga a
las preguntas de la autoridad de turno; en muchos sitios, esta identidad es
considerada sospechosa casi por definición. Por lo tanto, en cada una de esas
barreras que la inmensa mayoría asume como no problemáticas, casi todos los
palestinos se arriesgan a ser objeto de hostigamiento, exclusión y a veces a
algo peor sólo por su identidad. Paradójicamente,
el miedo que tales líneas divisorias les inspiran engendra en los palestinos un
fuerte sentimiento de reafirmación de su identidad y les hace ser conscientes
de todo lo que comparten como pueblo. El hecho de verse sometidos a vejaciones
especiales les demuestra que son un pueblo, aunque sólo tengan esa prueba.
Paradójicamente también, Israel ha sido el responsable de casi todas –no
todas- las restricciones más opresivas a su libertad de movimiento. El que los
israelíes se dediquen a maltratar a otro pueblo resulta a todas luces paradójico,
puesto que muchos descienden de víctimas de la persecución, los pogromos y los
campos de concentración. Uno
de los temas que aparecen en el estudio de la identidad palestina es esta
historia entrelazada, este contrapunto entre dos narraciones extraordinarias, y
la influencia recíproca entre dos sentidos de la identidad, el palestino-árabe
y el judeo-israelí, que tienen algunos aspectos en común, pero que a su vez
son muy distintos en muchos otros. El hecho de que estas dos narraciones estén
tan entrelazadas y concedan a menudo un significado totalmente distinto a
lugares, acontecimiento y personas que son los mismos dentro del mismo
territorio hace que sea difícil desentrañar la narración palestina. Asimismo,
hace que sea difícil transmitir a los lectores occidentales, que en general sólo
están familiarizados con las narraciones judeo-israelíes o bíblico-cristianas,
cómo se ha desarrollado un fuerte sentido de la identidad nacional palestina a
pesar –y, en ocasiones, a causa- de los obstáculos con los que ésta se
enfrentaba. Entre las principales razones por las cuales la narración palestina
resulta tan incompresible en Occidente, figura sin lugar a dudas el conflicto
entre las narraciones palestinas y sionista, un conflicto surgido tempranamente
en la historia de ambas, a lo largo de los últimos cien años, no milenios como
proclaman algunos. Si
consideramos que la identidad es la respuesta a la pregunta “¿quién
eres?”, parece claro que la respuesta de los habitantes de Palestina ha
variado a lo largo del tiempo. El
tratamiento que ofrezco de la identidad en mi libro Palestinian Identity
parte de la firme premisa de que la identidad nacional se construye, de que no
tiene un carácter esencial o trascendente, como pretenden los apóstoles del
nacionalismo. En el caso de los palestino la premisa puede demostrarse con
facilidad, pero en numerosos aspectos la experiencia palestina refleja los casos
de otros grupos nacionales de Oriente Medio y el resto del mundo. Tales aspectos
incluyen la forma mediante la cual se reconfiguran los elementos de identidad
preexistentes, el modo en que la historia se utiliza para forjar cierta visión
nacional y el efecto de fuertes convulsiones de temas identitarios a lo largo de
períodos breves de tiempo. De hecho, estos procesos son casi universales en la
construcción de la identidad nacional. Entre
los estudiosos del nacionalismo que consideran que la identidad es el resultado
de una construcción, el historiador Eric Hobsbawm subraya “el elemento de
artefacto, invención e ingeniería social que entra en la construcción de las
naciones”, así como “el uso de materiales antiguos para construir
tradiciones inventadas”. Por su parte, el antropólogo Ernest Gellner es aún
más rotundo: “Las naciones, como forma natural y otorgada por Dios de
clasificar a los hombres en tanto que un destino político inherente son un
mito; el nacionalismo, que a veces toma culturas preexistentes y las convierte
en naciones, a veces las inventa y a menudo destruye culturas preexistentes. Es
una realidad. “Benedict Anderson va más allá y afirma que la nación es una
“comunidad política imaginada” que constituye en esencia una conciencia
compartida de cierto conjunto de elementos identitarios. Puede
alegrarse –como sucede a menudo en el caso palestino- que algunas identidades
son recientes, endebles y artificiales, mientras que otras son antiguas, fuertes
y naturales (en particular, la identidad judeo-israelí). En cualquier caso,
semejantes consideraciones nunca son susceptibles de debate racional: como
escribe Hobsbawm: “Ningún historiados serio de las naciones y el nacionalismo
puede ser un nacionalista político comprometido. (...) El nacionalismo exige
demasiada fe en lo que constituye a todas luces una mentira.” No obstante,
cabría argumentar que la identidad palestina no es tan insustancial como
pretenden los escépticos y que existen semejanzas fundamentales entre ésta y
otras identidades nacionales, todas ellas producto de una construcción y
relativamente recientes. De hecho, casi todas la identidades nacionales del
mundo se remontan como máximo a un par de siglos, y los orígenes de las de
Oriente Medio son mucho más recientes. Entiendo
por identidad nacional la idea de que un pueblo que habla la misma lengua, se
reconoce en un pasado común y se concibe a sí mismo como pueblo debe tener
derecho a vivir en un Estado nacional propio. A causa de este último requisito
(vivir en un Estado nacional), no se trata sólo de un sentimiento de ser un
pueblo ni sólo de que haya Estado, fenómenos existentes desde muchísimo
tiempo atrás. En el sentido al que me refiero, en Oriente Medio las identidades
nacionales son todas recientes sin excepción. Ello es válido incluso para las
identidades nacionales de pueblos antiguos como los armenios, los Kurdos o los
asirios, estados antiguos como Egipto o pueblos con antiguas raíces.....continuará
* Rashid Khalidi: Titular de la Cátedra Edward Said de Estudios Árabe
del Instituto de Oriente Medio de la Universidad Columbia (EE.UU.) |
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Editor Ahmed
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