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____________________________________________ Elecciones palestinas: La única esperanza para legítimas conversaciones de paz Dr. Mustafá Barghouthi
Secretario de General de la Iniciativa Nacional
Palestina No es difícil de percibir un problema dentro de un sistema político de un país cuando se puede decir que ha experimentado cinco gobiernos consecutivos en el espacio de un año. El advenimiento del segundo gobierno de Ahmed Qureia a principios de este mes debe formular al pueblo palestino un cara a cara con la crisis endémica de su sistema político. Sin embargo, este quinto intento de consolidar un gobierno palestino lleva consigo pocos méritos que sugieran que un sexto intento no le va a seguir en breve. Las circunstancias al respecto por las que el recién surgido gobierno de Qureia ha alterado sólo insignificantemente aquellos impedimentos de las agendas previas, la todavía dominante y no representativa ‘vieja guardia ’ continúa sustrayendo el sistema político y, consecuentemente, a los negociadores de la paz de cualquier legitimidad. El continúo estancamiento resultante provee al primer ministro israelí, Ariel Sharon, la justificación para mantener el status quo y perseguir intereses predispuestos - a saber, la sistemática exacerbación de una ocupación ilegal combinadacon la creación de un horroroso sistema de segregación racial -. Mientras tanto parece que esos palestinos en posiciones autorizadas pueden ver apenas pasar una evidente escalada en la competición interna de a quien pueden coger primero los israelíes. Iniciando nuevos acuerdos construidos nada más que sobre realidades virtuales mientras Sharon continúa, de facto, construyendo serias realidades de anexión y segregación racial sobre el terreno. Los lúgubres pronósticos sobre el destino del gobierno de Ahmed Qureia son quizás inevitables a la luz del destino del anterior y cuarto. Aún cuando las dinámicas responsables de la sucesión de fracasos está también del todo clara. El hecho de que Palestina ha experimentado cinco gobiernos consecutivos en menos de un año, claramente refleja una crisis profunda en la estructura política palestina - una crisis forzada a persistir mientras el sistema político palestino permanezca como un sistema "cerrado". Las reglas de la estrategia de régimen han impedido la implementación de un número de procesos y reformas que son esenciales para el desarrollo de formas institucionales de tomas de decisión representativas. El proceso más, obviamente, carente y más desesperadamente necesitado son unas elecciones democráticas. La administración actual y el Consejo Legislativo tienen maneras coherentemente fundadas para prolongar su mandato original, que debía haber terminado con una nueva ronda de elecciones en 1999. Desde entonces el parlamento ha funcionado sin revalidación con una mayoría de un 66 por ciento de miembros de Fatah. El partido gobernante tiene una mayoría absoluta que ha durado siete años, por lo menos, permanecido invariable con la ausencia de elecciones. Esta ausencia trasciende a todos los sectores de sociedad. Las elecciones no han tenido lugar al nivel municipal desde 1976 después de que Israel impidiera todas las posibilidades electorales hasta 1994. Desde su inauguración ese año, la Autoridad Palestina ha tomado sobre sí misma el nombramiento de los más de seis mil miembros municipales en vez de haber sido elegidos por la población. Después de casi diez años de prerrogativa, la Autoridad Palestina ha desarrollado, sin duda, un inherente desapego hacia la perspectiva de convocar elecciones, aún más probablemente la Autoridad Palestina es adversa a abrir el sistema por temor a perder el control y el poder que durante tanto tiempo ha disfrutado. La ausencia de elecciones y la incapacidad de transformar las normas del sistema palestino en un sistema responsable de gobernanza ha afectado seriamente la viabilidad de toda la vida política en Palestina. Muchos miembros del Consejo Legislativo Palestino y de la sociedad civil han presionado y públicamente han exigido la convocatoria de elecciones legislativas y presidenciales en Palestina. Con la finalidad de conseguir elecciones, sin embargo, debe haber un consenso caracterizado por decisiones palestinas internas unificadas; como las promovidas por la Iniciativa Nacional Palestina (un movimiento democrático de oposición establecido en Junio 2002). Tales grupos de oposición que intentan llegar a ser parte del proceso político, que desean participar en la toma democrática de decisiones no pueden encontrar, sin embargo, ninguna manera de romper el status quo existente. La incapacidad de estos grupos para expresar sus opiniones y ser escuchados y representados es un riguroso debilitamiento de la sociedad civil; importante en la dinámica de democratización y en el proceso de construcción nacional. Sin ratificar por unas elecciones y, de este modo, despojados de cualquier autoridad representativa, esos que ahora están regateando el futuro de Palestina están socavando seriamente la legitimidad de cualquier negociación con Israel. Las elecciones son así una condición precedente vital para la paz. La experiencia europea demuestra claramente que la paz verdadera, viable y duradera puede establecerse únicamente entre democracias, ratificada por representantes que hayan sido elegidos libremente. Esos que niegan elecciones no solamente traicionan al pueblo palestino sino que también juegan derechos a las manos de Sharon quien ha hecho simultáneamente de la reforma política palestina un pre-requisito para las negociaciones, mientras sistemáticamente socava cualquier esfuerzo de reforma. Presentar a la Autoridad Palestina como un régimen corrupto de terror no es un llamamiento a la reforma palestina sino una excusa para las continúas violaciones de Israel o para no alinearse con la actual "Hoja de Ruta" para la paz respaldada por los EE.UU. La última cosa que Sharon quiere es cualquier institución representativa palestina legítima, y él, ciertamente, no quiere al pueblo palestino facultado mediante un gobierno democráticamente establecido. Tal como él es, es muy improbable que termine la ocupación y su política de castigo colectivo de cierres, puestos de control militar y toques de queda que restringen las libertades palestinas y, de ese modo, inhiben el desarrollo de una sociedad democrática. La ocupación en proceso entonces sirve para nuevas justificaciones de la Autoridad Palestina de suspensión de elecciones ante las condiciones físicas sobre el terreno, principalmente el asedio y la fragmentación del territorio palestino, la carencia de libertad de movimiento, además de la constante escalada militar israelí e incursiones, todo ello representa que la mera posibilidad de llevar a cabo elecciones libres y justas sea completamente impracticable. Consiguientemente, los demócratas palestinos y una comunidad en libertad que está desesperada por cambios están en un estancamiento. Las elecciones son, sin duda, esenciales para restablecer la viabilidad del sistema político, acabar con la crisis política y respaldar un sentido de legitimidad mediante la representación a cualquier futura iniciativa de paz. Aún a la vez, la libertad de movimientos es necesaria para asegurar que estas elecciones puedan tener lugar. La Autoridad Palestina es sincera al destacar la imposibilidad de celebrar elecciones en el clima actual del asedio y total ocupación. El Sr. Qureia recientemente ha cedido a la presión popular al anunciar la fecha para las elecciones en Junio 2004. Pero estas elecciones no tendrán lugar a menos que la comunidad internacional provea una presencia internacional para asegurar una relajación de las condiciones políticas y territoriales que hacen las elecciones imposibles. Mientras la comunidad mundial debe exigir y asegurar elecciones libres y justas a la Autoridad Palestina, estas elecciones requieren que una libertad de movimientos que puede únicamente lograrse mediante una retirada de las fuerzas militares israelíes y el desmantelamiento de todos los puestos de control militares. Las celebraciones mediáticas en Londres, Ginebra y Madrid de reuniones y los acuerdos construidos sobre realidades virtuales significan poco cuando la actual realidad sobre el terreno significa la consolidación de la ocupación y la creación sistemática del apartheid; de la segregación racial. Esta es la realidad apoyada por Sharon: destrucción del verdadero potencial para la paz; la solución de los dos estados. |
Editor Ahmed
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