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________________________________ El mal vence al bien en Iraq Lluís Foix Mundoarabe.org,
12/01/2006 Es horripilante ver casi en directo como los iraquíes se matan entre sí y cómo destruyen las vidas de soldados que han invadido el país. El mal es el mal quienquiera que lo perpetre. Ya sea un terrorista, un insurgente o un ejército que destruya vidas y haciendas en nombre de la democracia o de la libertad. No vamos a insistir en los orígenes y las causas de esta absurda guerra. Un diplomático de alto rango acreditado en España que representa a uno de los países que impulsaron esta guerra me comentaba ayer de que el problema ya no es norteamericano, británico o de cualquiera de los países que tienen pequeños dispositivos militares en Iraq. El problema lo tiene, lo tenemos, en Occidente. Estamos de acuerdo. El presidente Bush reunió hoy en la Casa Blanca a una docena de ex secretarios de Estado y de Defensa republicanos y demócratas. Para pedirles consejo porque cada día que pasa, a pesar de las elecciones, de los gobiernos democráticamente elegidos, de la Constitución y de la voluntad de la gran mayoría de iraquíes de vivir en paz, a pesar de la presencia de más de ciento cincuenta mil soldados, a pesar de todo, la situación empeora y las salidas que se vislumbran son pesimistas. Los que matan indiscriminadamente a compatriotas iraquíes son asesinos aunque su causa pueda estar justificada. Pero los que organizaron la guerra alegremente pensando que la democratización puede venir de la fuerza son, además de responsables de la situación, autores materiales de tanta desgracia. Cuando el Estado administra la violencia al margen del derecho comete más que un crimen, comete un error. Las utopías totalitarias de la justicia sin libertad causan el mal pensando que hacen el bien. Pero los que buscan la utopía libertaria de la libertad sin verdad cometen un mal mayor porque tenían que partir de la razón y del imperio de la ley y no de la fuerza bruta. La primera Guerra Mundial, la Gran Guerra, fue producto de una crisis de moral de civilización, un fallo de la razón moral en una cultura que había legado al mundo la idea misma de la “razón moral”. Y esa crisis de la “razón moral” condujo a la crisis de una moral de civilización que aún padecemos hoy. Los padres fundadores de Estados Unidos se inspiraron en Grecia y en Roma al redactar la Constitución americana de 1776. Sabían, por ejemplo, que Helena la bella y Ulises el sabio tenían en común la práctica de la trampa y del engaño. Ella, la adúltera, provocó la aventura fundadora de Grecia, que Ulises supo terminar convocando no a la fuerza sino a la inteligencia. La guerra de Iraq ha manejado demasiada fuerza, demasiado engaño, demasiada propaganda sin tener en cuenta el derecho y la verdad. Y aquí estamos, sin saber cómo podemos salir de este conflicto que ha derribado la autoridad moral de Occidente. Los europeos no podemos dar muchas lecciones porque salimos de un siglo que puede considerarse el más negro de la historia. Fuimos nosotros los que provocamos los dos cataclismos de una amplitud sin precedentes que fueron las dos guerras mundiales. Fuimos nosotros los que inventamos y desarrollamos los dos regímenes más criminales infligidos a la especie humana. Esas cumbres del mal y de la imbecilidad, nosotros los europeos, las alcanzamos en menos de treinta años. No podemos dar lecciones. Pero ahora son los Estados Unidos los que tienen la responsabilidad de haber fomentado las desgracias que viven los iraquíes pensando que con los ejércitos solamente se ganan las guerras. Ha faltado inteligencia, poder blando, capacidad de convicción. La democracia no es un fin sino un medio para organizar la convivencia. No se impone por decreto sino que surge por la voluntad explícita de los interesados, por el recurso a la ley y al orden, por la comprensión de la complejidad de todas las sociedades. De un laboratorio de odios no saldrá la libertad y mucho menos la democracia. Esta visión tan simplista de que la tecnología militar puede controlar el mundo no sirve. Un país artificial como Iraq, compuesto de etnias y religiones distintas, no se va a convertir en una democracia porque en Washington o Londres se diseñe un plan que inició sus acciones con varios días de bombardeos masivos sobre Bagdad aunque fuera para derrocar un detestable dictador como Saddam Hussein. Bush ha convocado a los expertos de esta y de anteriores administraciones, republicanas y demócratas. Es un síntoma de que su estrategia se ha estrellado contra las bombas suicidas de sunitas que han perdido los escrúpulos matando a sus propios compatriotas. Es un fiasco. Las víctimas son víctimas, tanto si son causadas por terroristas, insurgentes, ejércitos nacionales o invasores. A los que matan indiscriminadamente en Iraq no sé quién les va a pedir cuentas. Pero a los que han enviado ejércitos desde países democráticos, alguien, algún día, aunque sea la historia solamente, tendrá que su veredicto que no será precisamente positivo. Fuente: La Vanguardia. |
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Editor Ahmed
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