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_______________________________________ Deshumanización diaria
Gideon LevyTraducción: Carlos Sanchis
Bashar Awis estaba muriéndose en un hospital. Aunque no había ninguna duda que sólo le quedaban unas pocas horas, ninguno de sus parientes estaba junto a su lecho en el Hospital Haemek en Afula. Awis, de 29- años de edad y padre de dos hijos, vecino del campo de refugiados de Balata en Nablus, era un preso en la cárcel israelí de Megiddo. Las circunstancias que rodean su muerte el 8 de Diciembre permanecen sin aclarar. Esto es muy conocido: de no haber sido por un doctor mínimamente respetuoso, habría tenido que morir solo. Después que uno de los médicos del hospital discretamente llamara a Médicos por los Derechos Humano, la organización trajo a la madre y la esposa de Awis al Hospital de Haemek. Hasta este punto, nadie había pensado notificar a la familia, como se hace en una sociedad humana. Como resulta ser, más en un hospital; un lugar donde la compasión humana se supone ser la única norma operativa - un palestino todavía no esta en pie de igualdad que los demás seres humanos. Este proceso de deshumanización con los palestinos se ha extendido a cada sector de la sociedad israelí. Lo que comenzó en las Fuerzas Israelíes de Defensa y el Servicio de Seguridad Shin Bet, y se extendió a otras ramas del poder y los medios de comunicación (que han, desde hace años, deliberadamente enfatizado el lado violento de la realidad palestina) ha calado ahora cada parte del tejido social de Israel. Esta es aparentemente la única manera que un estado puede continuar con una conquista y opresión sin estar demasiado preocupado sobre lo que ello significa para el conquistado. La deshumanización se caracteriza por la insensibilidad al valor de la vida humana. Durante los meses pasados, virtualmente ni un sólo día ha pasado sin que hayan muerto palestinos en choques en los territorios; docenas de palestinos, muchos de ellos inocentes desarmados, han muerto cada mes, aún durante los períodos en que no ha habido ningún ataque terrorista. Las muertes eran un punto marginal en la agenda pública de Israel. Una actitud relacionada es la pronunciada falta de respeto para la dignidad humana de los palestinos. Esta actitud es particularmente manifiesta hasta el punto del contacto cotidiano -el puesto de control militar. las barricadas del Ejército israelí en las carreteras, son el punto principal de interacción con los palestinos, son rancias, mugrientas pocilgas- frecuentemente parecen animales que sostienen bolígrafos. ¿Es mero descuido y pereza que tienen las tropas israelíes forzando a alguien que quiera cruzar a través de los puntos de control militar a revolcarse en la suciedad y basura antes de permanecer en pie ante un soldado? Una persona que pase a través de una barricada es condenada de antemano a sufrir insultos y humillación. Las barricadas de las IDF, lugares donde la gente es forzada a esperar durante horas y a veces días, carecen de grifos de agua o salas de espera. Mientras esperan en el puesto del control militar de Rafah de - una prueba que dura horas - a los palestinos no se les permite que bajen de sus automóviles para ir al baño.Estando de observación hace pocos días en el puesto del control militar de Jenin, donde los palestinos típicamente se encaran a cinco o seis hora de espera, fui testigo de que un incapacitado anciano fue al baño dentro de su coche. Un charco fuera del vehículo lo dijo todo. Tales escenas no tienen nada que ver con la seguridad. Quienquiera que sea detenido para un chequeo de seguridad (y mucha gente es tomada aparte para tales inspecciones) se le obliga a que se siente afuera sobre el suelo, bajo la lluvia, el frío o el ardiente calor, durante horas. Usted no encontrará una barricada en los territorios donde la gente no esté al lado, sentada en el suelo, algunos de ellos esposados. La misma actitud se dirige hacia la propiedad palestina. No solamente sucede que la tierra es expropiada unilateralmente y que los árboles son talados sin aviso, que aunque la propiedad pertenece a cada uno; no les es suficiente que los hogares se demuelan como parte de un proceso en las operaciones militares o rutinas legales. Esto no es todo; están también las pequeñas cosas. Quienquiera que deje su automóvil en una barricada, donde no hay nunca procedimientos ordenados para aparcamiento, recibe una bofetada con una multa de 500 NIS (nuevos Sheckels Israelíes). Los automóviles se confiscan fácilmente. Docenas de automóviles han sido confiscados en cada una de las barricadas; frecuentemente sus propietarios no tienen una pista de cómo y por qué los vehículos se incautaron. La misma actitud de desacato es exhibida en una variedad de escenas cuando las tropas invaden los hogares residenciales, cuando hombres del Ejército israelí obligan a todos los varones en un área a sentarse juntos en un área pública, cuando los palestinos tienen que esperar interminablemente alrededor de una extensión del la cerca de separación, esperando que llegue algún jeep con las llaves y abra la puerta. La actitud de claro desdén se muestra en el comportamiento y en el discurso de la mayoría de los soldados.
Toda esto ha llegado a ser rutina. No es la maldad pura; es la medida de maldad que se necesita para continuar con la ocupación. Por lo tanto, el paso más importante del camino a cualquier acuerdo tendrá que ser una perceptual transformación por la que dignidad palestina sea restituida. Como están hoy las cosas, estamos lejos de tal cambio radical cognitivo. El antiguo soldado del Ejército israelí Ron Porer, autor del libro “El Síndrome Barricada,” relata como soldados que él conoció se ensañaban cuando los palestinos osaban dar los “buenos días” en los puestos militares de control. Esto no es casual: Tales atentos residentes de los territorios podían haber puesto una grieta en el muro de saña y desprecio de los soldados. |
Editor Ahmed
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