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_____________________________________ Ola de limpieza
étnica en
Rafah Dr. Mustafá Barghouthi Traducción: Carlos
Sanchis El ciclo desastroso de violencia que absorbe a
Israel y Palestina recibe una abundante cobertura de noticias. Sin embargo, no
se informa de los aspectos más insidiosos del conflicto. Israel ha cometido una
letanía de atrocidades durante su ocupación de Palestina, pero los crímenes
infringidos a diario sobre los inocentes civiles
de Rafah están entre los más atroces. Aún en el más amplio contexto
de la ocupación como una totalidad,
la situación de Rafah es particularmente trágica, y las condiciones impuestas
a sus ciudadanos son cada vez más desesperadas. No puede haber duda alguna de
que la política israelí en Rafah es igual a un proceso de limpieza étnica y,
como ha sido un caso tan frecuente a lo largo de la
historia, una catástrofe humanitaria que está siendo permitida gracias
a la pasividad del mundo que permanece ociosamente sentado. A lo largo de la Intifada, la persecución israelí
de la población de Rafah ha
sido implacable. El más poblado distrito de una de las más densamente
atestadas regiones sobre la tierra, la población de
Rafah, continúa viendo como la tierra
bajo sus pies tiembla
cuando las repetidas
incursiones israelíes sistemáticamente les dejan sin hogar
y sin medios de subsistencia
y dignidad. Formalmente la ciudad completa, Rafah, se
dividió en dos a tras la firma del Acuerdo de Camp David en 1978, con una de
media parte en la actualidad en Egipto.
Desde entonces, los
asentamientos israelíes se han establecido a lo largo de la costa,
cortando adicionalmente la ya dividida ciudad. Hoy, la mitad palestina de Rafah es una disparatada
colección de sórdidos
campamentos, cercados por un anillo de acero, sus infraestructuras efectivamente
destruidas y su gente desvalida. El desempleo en el área está en una tasa del
80%. Israel tiene notoriamente en el punto de mira a la infraestructura de la
ciudad, y ha dejado las condiciones
sanitarias de los campamentos en una condición deplorable. En las
faldas de la ciudad, unas
filas de casas tras otras
han sido borradas, la destrucción israelí se mueve a una marcha que la
destrozada infraestructura local no puede esperar contender. La
Agencia de Ayuda y Trabajo de
las Naciones Unidas (UNRWA) ha ayudado a reconstruir 200 casas en Rafah, y el
Ministerio Palestino de la Vivienda ha dirigido
34, pero estas cantidades palidecen
en comparación a los 1.643 edificios demolidos y los 16.000 palestinos que han
quedado sin hogar por a causa de la destrucción producida por el Ejército
israelí. Hace dos semanas, las tropas ocupantes israelíes
marcharon sobre los límites
de la ciudad, en otro indiscriminado ataque destructivo,
demoliendo 31 casas palestinas e hiriendo a 38 trabajadores locales
durante el ataque militar. Solamente este ataque
dejó unas 400 personas sin
hogar. Una mezquita del barrio
también fue destruida en la invasión, otro claro símbolo del desprecio
despreocupado al que son sometidos los palestinos. Lógica atroz Tanto como la demolición de propiedades, el
estrangulamiento militar israelí sobre Rafah también ha sido de utilidad
constante para un efecto desastroso. Debido a su posición sobre la frontera con
Egipto, Rafah es de una importancia estratégica y vital para la empobrecida
economía de la Franja de Gaza. Como tal, en la atroz lógica del Gobierno
israelí, ha sido un objetivo natural para la fragante intención
de Israel de aplastar cualquier apariencia de
autogobierno económico en los Territorios Ocupados. A los trabajadores
locales que buscan acceso a sus trabajos en Egipto se les deniega repetidamente
el paso por la frontera, o
se les rechaza el retorno a la ciudad por la noche. Asimismo, el acceso a otros pueblos y ciudades en
Gaza se restringe frecuentemente, desorganizando la economía local tanto como
es posible. Con el terreno cultivable disponible desapareciendo
rápidamente, la producción local es cada vez más escasa, y los palestinos
paulatinamente se ven forzados a confiar en las importaciones israelíes.
Mientras tanto, Rafah tiene unas tasas de pobreza, calculadas por el Banco
Mundial para aquellos que sobreviven con menos de 2 dólares al día, que
alcanza al 75% de su población. Una predilección por la
violencia Como de costumbre, el condimento del Ejército
israelí para la justificación ante la comunidad internacional
de la degradación sistemática de Rafah, ha sido la búsqueda de túneles
usados por militantes y contrabandistas que se extienden desde la ciudad a
la frontera egipcia. El hecho de que Israel posea un amplio equipo para
descubrir y desenterrar esos túneles sin recurrir a la violencia y destrucción
generalizada, se ignora convenientemente. También es ignorada la particular predilección por
la destrucción y la violencia del
Gobierno de Sharon y su tácito compromiso con el total hostigamiento al pueblo
palestino. Como quiera que los ciudadanos de Rafah se atestan en una pequeña
porción de tierra, despojados de sus hogares, y esclavizados a roer su pobreza,
la falacia de objetivos
constatables israelíes es clara. Las incursiones en Rafah como en otras partes
de los Territorios Ocupados palestinos, son meramente un proceso de arrebatar
tierra disfrazados como una operación de seguridad justificable. El nuevo
terreno para la expansión de asentamientos está siendo preparado y el control
israelí de la frontera se estrecha. En algunos puntos de Rafah, las incursiones
han tomado hasta 150 metros del territorio palestino, ampliando la zona de
amortiguación a lo largo de la frontera sin ningún costo para Israel pero con
desastroso efecto para la desvalida población local. Reacciones
internacionales La justificación israelí para los ataques del Ejército
en Rafah sería irrisoria si esas acciones no tuvieran tan criminales y trágicas
consecuencias. Las muertes en Rafah el año pasado de los activistas internacionales por la paz Rachel
Corrie y Tom Hurndall, así como también del cámara de la BBC James Miller,
han ocasionado olas de interés en la comunidad internacional y ha levantado el
perfil de los medios de comunicación sobre la situación en Rafah y en los
Territorios Ocupados. Sin
embargo, permanece una triste denuncia de las actitudes extranjeras por las que
el Gobierno de Sharon es llamado únicamente
a dar explicaciones cuando un trabajador extranjero sufre el mismo trágico
destino que los millares de palestinos inocentes muertos en los últimos tres años.
La familia de Tom Hurndall ha tenido la desgracia, la honradez y la dignidad de
saberlo, aún en un tiempo de insufrible pena. Los soldados que mataron a
Hurndall y a Miller habían matado con toda probabilidad antes.
Es indicador de la cultura de impunidad que se ha
desarrollado dentro de las fuerzas armadas israelíes para que un
francotirador pudiera disparar a un joven inglés portador de un chaleco
fluorescente que acompañaba a dos
aterrorizados niños a un lugar
seguro, y entonces afirmara que este último había esgrimido una pistola.
Sin embargo, aún cuando se haga justicia finalmente en este único caso,
la cultura de impunidad persiste. Las tropas deberán ser más precavidas
cuando se encaren con grupos en los que haya internacionales, pero esto no
salvará al próximo palestino de caer bajo el punto de mira de las armas israelíes. Las acciones israelíes en Rafah son un crimen; un
reino de terror sobre civiles inocentes. El mundo ha visto expectante
demasiadas veces como tales crímenes han sucedido en el pasado,
reaccionando únicamente cuando ya era demasiado tarde.
Ahora corre riesgo de no reaccionar en absoluto cuando el Gobierno israelí,
ya entrado en sangre, zambulle a la población civil de Rafah en otra matanza. La
alerta a la creciente
"amenaza demográfica" planteada por una creciente población
palestina, en forma de limpieza étnica ha comenzado ya. Insatisfecho con
reducir la ciudad a aterrorizada penuria, Rafah parece
ser constantemente eliminada. El mundo debe responder. *
Mustafá
Barghouthi,
Secretario General de la Iniciativa Nacional Palestina
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Editor Ahmed
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