El ideario
rescatista de
Occidente es el
mejor
constructor
polÃtico y
cultural, y a su
vez la mejor
excusa. El drama
de la mujer
musulmana es
"útil" a los
intereses de
Occidente.
Para entender la
presente
perspectiva
global en torno
a la relación
Islam-genero es
preciso tomar en
cuenta una
importante
variable
independiente.
Comprender la
presente
situación de las
mujeres en el
mundo musulmán
requiere un
inevitable
escrutinio del
legado
Orientalista, en
cuanto a la
construcción de
la sexualidad
árabe-islámica y
su re-conceptualización
permanente a
través de la
historia. El
Orientalismo ha
sido una
estrategia
sistemática de
negación de las
caracterÃsticas
y virtudes del
“Otroâ€, una
herramienta de
confrontación,
intervención y
control, tanto
polÃtico-
económico como
cultural, de
parte del mundo
occidental hacia
aquella “otraâ€
civilización.
(Said, 1990)
Las mujeres
musulmanas y sus
variadas
penurias son
“interpretadasâ€,
según
conveniencia del
poder
hegemónico,
representado hoy
por EEUU y sus
lacayos
europeos;
asimismo son
comparadas con
un “idealâ€
occidental de
libertad,
derechos y
bienestar.
Modelo de vida
lejano incluso
para la mayorÃa
de las mujeres
de Occidente;
pero escaso o
nulo debate
existe sobre
aquello. Cuando
se trata de
aberraciones o
maltratos, la
imagen -cual
reflejo
condicionado-,
siempre son las
sufrientes
musulmanas,
ningunas otras.
El objetivo de
este escrito no
es negar los
abusos. Ocurren,
es un hecho. El
detalle olvidado
es que es un
hecho masivo,
repetitivo,
histórico:
permea
democracias y
dictaduras,
riqueza y
pobreza, ronda
al ser humano,
por tanto, al
Islam, al
cristianismo,
hinduismo,
budismo y/o
judaÃsmo. Las
mujeres
musulmanas no
son la
excepción; no
sufren ni más ni
menos. SÃ, están
más expuestas,
estereotipadas,
salen en la
tele;
básicamente,
están de moda;
pero es el
género el que
está preso en
una larga y
dolorosa
historia de
jerarquÃa
patriarcal.
Todos hacen
sobremesa y
comentan con
horror la
lapidación en
Afganistán, la
mutilación
genital en
Somalia o las
muertes por
honor en
Palestina.
Burkas y velos
se han
consagrado como
sÃmbolos
innegables de
subyugación y
dolor. Los
factores comunes
cuando se
analizan las
causas de estas
“particularidadesâ€
son, sin
objeción, el
Islam y lo
“árabeâ€; aún
cuando los
paÃses aludidos
profesen el
Islam, entre
otras
religiones, o
bien no sean
étnicamente
“árabesâ€. En
este caso,
Somalia y
Afganistán no lo
son. Asimismo,
respecto de la
mutilación
femenina es una
practica pre-islámica
que prevalece
hasta hoy y es
practicada en
diversas zonas
de Africa,
independiente de
la religión que
se profese.
Hemos aprendido
–hemos sido
enseñados- a
analizar la
realidad a
partir de
asociaciones
espurias,
simples, poco
sustanciosas…
infantiles. El
eficiente
reduccionismo
que ha marcado
la lógica
Islam-genero
prefiere las
profecÃas
autocumplidas y
olvida
“detallesâ€
dignos de
incluir en el
análisis, tales
como: la extrema
pobreza,
analfabetismo,
represión,
bombardeos,
saqueos y
corrupción,
todos los
anteriores
premeditadamente
propiciados por
Occidente, desde
su primera
incursión
colonialista en
zona, allá por
el siglo XVIII,
hasta su más
reciente y aún
vigente
inmersión en
Irak, iniciada
en 2003, una
práctica
milenaria(pre
islámica) que se
hace en paÃses
con diversos
credos.
Irónico y
paradójico,
nosotros,
occidentales,
estamos tan
consternados
desde nuestros
sillones con las
dramáticas
historias
musulmanas que
llegan por tv,
que financiamos
con nuestros
impuestos
guerras y
compras de
armamento,
respaldamos el
envÃo de tropas
para ir en una
aventura
salvadora de
aquellos
-lejanos y
culturalmente
incompresibles-
niños y mujeres.
Convenidos de
nuestra
superioridad
moral
desperdigamos
humanismo a
lejanos confines
sin percatarnos
de nuestro más
cercano entorno.
La efusividad no
es la misma a la
hora de aliviar
las desdichas
que aquejan a
mujeres de
Occidente. La
determinación es
escasa para
combatir, por
ejemplo, el
lucrativo y
perverso negocio
de trata de
blancas. Tampoco
ninguna sanción
o ayuda
humanitaria para
erradicar la
prostitución de
niñas
brasileras,
cubanas o
ucranianas,
entre otras. Ni
para investigar
y castigar a los
culpables de las
miles de muerte
y desapariciones
de las
maquiladoras en
Ciudad de
Juárez…. Los
femicidios en
las zonas
rurales de Los
Andes…el trafico
de drogas en los
cuerpos de
jóvenes
analfabetas de
Colombia y Peru….
etc.
Las mujeres de
occidente
padecen tristes
karmas al igual
que las de
Oriente pero hay
escaso o nulo
debate al
respecto, ¿por
qué? Pues,
principalmente,
porque a que las
éticas
liberadoras y
los rescates
humanitarios son
una ilusión…una
idea creÃble,
deseable pero,
al fin y al
cabo, falsa. El
ideario
rescatista de
Occidente es el
mejor constructo
polÃtico y
cultural, y a su
vez la mejor
excusa. El drama
de la mujer
musulmana es
“útil†a los
intereses de
Occidente. El
drama de las
Occidentales no…
por el
contrario,
develar e
incrementar la
lucidez acerca
de la real
situación en que
vive gran parte
de las mujeres
occidentales es
también minar el
autocomplaciente
discurso de
superioridad
valórica en el
cual nuestra
sociedad se
funda y
retroalimenta.
En este sentido,
apuntar al mundo
musulmán tiene
múltiples
propósitos. No
es sólo el
contrincante
cultural al que
hay que
desacreditar e
invalidar, es,
por sobre todo,
la llave, el
catalizador de
la permanencia y
supremacÃa
polÃtico-económica
de Occidente.
Que mejor
estrategia que
reducir la
identidad del
contendor a un
conjunto de
Ãconos y
asociaciones
negativas: sólo
burkas, barbas,
violencia e
irracionalidad
somos capaces de
ver entre
aquellos que
profesan el
Islam; lo cual
justifica todo
tipo de
“operaciones de
rescate†e
intromisiones.
El tema de
género y Mundo
Ãrabe es
apasionante,
precisamente,
porque permite
revelar la
compleja
relación
polÃtica entre
Oriente-Occidente.
A través de él
podemos apreciar
una sistemática
y exitosa
estrategia de
consagración del
exclusivismo de
Occidente como
modelo ideal de
sociedad. En
términos más
amplios, las
mujeres, su
condición, sus
desgracias, sus
logros, han
sido, desde los
orÃgenes de la
historia la
herramienta
polÃtica más
eficaz; el
objeto que
permite observar
la dinámica y
tensión de una
evolución
socio-cultural
monopolizada por
una tradición
machista.
En el presente
convulsionado
escenario
global, CNN,
bastión por
antonomasia de
la polÃtica
exterior
estadounidense y
del cual se
pautean
-conscientes o
no-, todo el
resto de los
medios a nivel
mundial, ofrece
propaganda
polÃtica
disfrazada de
objetividad
noticiosa. La
noción de la
prensa como “4to
poder†es,
justamente,
debido a su
habilidad para
“(de)construirâ€
realidades,
dramatizar y
sensibilizar
masas, fabricar
estereotipos a
partir de
simplificaciones,
fomentar egos,
ignorancias,
intolerancias.
En concreto,
disfrazar
intervencionismos,
guerras y
castigos como
deberes morales.
El principal
resultado de lo
anterior no ha
sido más
frustración y
deterioro. Cada
“operación de
rescate†trae
consigo mayor
menoscabo de la
condición de las
mujeres en el
mundo Islámico…
mayor represión
, mayor hambre,
mayor muertes,
mayores abusos
sexuales, esto
último
propiciado
particularmente
por las propias
tropas “de ayuda
humanitariaâ€. (Hynes
y Lopes Cardozo,
2000)
El caso de las
mujeres afganas
es emblemático.
Ya no salen en
CNN y eso no
significa que su
vejatoria
condición haya
cambiado al
remover a los
talibanes del
poder.
Recordemos que
este grupo llegó
gobernar
Afganistán
gracias al
financiamiento
de Estados
Unidos y sus
aliados para la
compra de armas,
construcción de
madrasas e
impresión de
coranes. El
rigorismo
religioso de
este grupo fue
fomentado como
contrincante
polÃtico de la
influencia rusa
en la zona, asÃ
como de la
Alianza del
Norte, grupo de
saqueadores y
violadores en
ese entonces en
el poder,
abusivos en
extremo con la
población,
especialmente
con las mujeres.
En ese contexto,
los entonces
amigos talibanes
hicieron el
trabajo sucio:
lavado de
cerebro,
reclutamiento,
adiestramiento,
guerra de
guerrillas en
poblados hasta
que lograron la
victoria en
1996. En cuanto
a las mujeres,
ellas seguÃan
viviendo una
dramática
situación, pero
no fue hasta que
los talibanes se
revelaron al amo
cuando los
sendos
reportajes
empezaron a
mentalizar la
opinión pública
mundial.
Finalmente, se
da la venia a un
nuevo bombardeo
libertario en
una zona que
lleva desde 1837
lidiando con las
vicisitudes
colonialistas de
Occidente. Hoy
se habla de un
Afganistán
“democráticoâ€,
gobernado por el
honorable señor
Hamid Karzai,
uno de los ex
lÃderes de la
corrupta y
abusiva Alianza
del Norte. Saque
usted sus
propias
conclusiones al
respecto.
Actualmente, el
turno es de las
iranÃes, se dice
que sufren por
el rigorismo
religioso de
corte shiÃta
impulsado por el
delincuente
“nuclearâ€
Mahmoud
Ahmadineyad hoy
en el poder.
Curiosamente,
estas nuevas las
victimas están
también
oportunamente
relacionadas con
los objetivos
estratégicos de
las potencias
occidentales….
En definitiva,
las mujeres han
sido las
victimas y
chivos
expiatorios de
la mayorÃa de
los proyectos
fallidos. La
excusa a los
reales problemas
que las
eternizan en
esta situación
de desgracia. No
es el Corán el
que le niega la
dignidad a la
mujer sino la
instrumetalización
polÃtica de la
religión. El
problema no es
religioso es
socioeconómico y
tiene como
principal
vÃctima a la
mujer.
Una efectiva
solución a esta
realidad pasa
por erradicar el
real mal que
afecta a las
sociedades,
tanto islámicas
como
occidentales,
principalmente
el machismo, la
ignorancia, la
pobreza, el
analfabetismo;
la indefensión,
en general. El
remedio no está
en imponer
categorizaciones
sino en el real
entendimiento de
la complejidad
del fenómeno. La
ignorancia no es
una adecuada
estrategia para
enfrentar el
convulsionado
presente. “Cada
uno debe
encontrar la
manera de
entender y
conocer al
prohibido “otroâ€
(Said &
Barenboim, 2002
)
Fabiola Samhan
es Periodista de
la Universidad
de Chile y
Diplomada en
Cultura Ãrabe e
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