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________________________________________ Sobre
el Plan Sharon
Primero
la independencia, la seguridad y la total Nayef
Hawatmeh FDPLPALESTINA.ORG/
Mundoarabe.org 21/07/2004
1-
La separación entre la seguridad y la paz según el concepto de que “la
seguridad conlleva a la paz y no lo contrario”, mientras tanto continúa la
ocupación y se mantienen las políticas de asesinatos, represión diaria,
invasiones, demolición de viviendas, tierras arrasadas, acciones colonialistas
y la más peligrosa: los tres muros de separación, cuya construcción, si se
lleva a término, significará el robo del 58 por ciento del territorio de
Cisjordania. El
problema aquí radica en que el concepto de seguridad, según la definición
israelí, se basa en amplias y arbitrarias exigencias y condiciones que hacen
que el proceso político en su conjunto dependa de su pretendida aplicación. La
magnitud y profundidad de la retirada israelí de los territorios ocupados y la
disolución del resto de los factores del conflicto (las fronteras – Jerusalén
- los refugiados - la soberanía – los asentamientos etc.…), si se toman
dentro del concepto de “la seguridad de Israel”, no se basará en la
aplicación de las resoluciones de la legalidad internacional, sino sobre la
base de reacomodar esas resoluciones a las demandas sionistas. 2-
Sobre la base del concepto anterior, Sharon erigió su segundo pilar: “la no
existencia de un socio palestino”, es decir un socio que admita como principio
una solución de seguridad y un avance en el camino de la solución política
supeditado a la aceptación de las condiciones y exigencias sionistas tal y como
aparecen en las 14 observaciones israelíes al Plan de la Hoja de Ruta, las
cuales despojan a ese plan internacional de su contenido y objetivos –a pesar
de que este proyecto en si mismo surgió desequilibrado- y lo convierte
realmente en un conjunto de dictados de seguridad impuestos a los palestinos. Si
la parte palestina aceptara una “asociación” sobre los fundamentos de ese
dictado “israelí”, sería imposible unir los requisitos para la paz y
la seguridad sobre la base de que la paz entraña exigencias que, de
lograrlas, según Israel, predominaría una seguridad permanente y profunda. Esa
aceptación palestina volvería a sumergir el proceso político en un laberinto
de soluciones parciales, provisionales y de pasos limitados y de largo alcance,
que siguen siendo planteados por la derecha israelí a pesar de que en el año
1993 se demostró que ello condujo el proceso negociador a un callejón sin
salida. 3-
El tercer pilar plantea que las “resoluciones de la Legalidad Internacional
tienen un carácter excepcional no obligatorio”, es decir, ninguna
solución contará con la aprobación de Israel si no toma en cuenta “las
realidades sobre el terreno”. En otro sentido sería aceptar la posición
israelí de que los años de ocupación y los procesos colonizadores hicieron
surgir realidades sobre el terreno que no se pueden ignorar, por lo tanto el
objetivo del proceso político (para Israel) sería llegar a una solución de
mutuo acuerdo que descarte la aplicación de las resoluciones de la legalidad
internacional relativas al conflicto palestino–israelí, especialmente las
concernientes a la total retirada del invasor de los territorios palestinos
ocupados el 4 de junio de 1967, la total desarticulación! de los asentamientos
y la solución del problema de los refugiados palestinos, en virtud de la
Resolución 194. Esa
última condición israelí fue respaldada públicamente por los Estados Unidos
en el último discurso de Bush dirigido a Sharon, tras largos años de
confabulación norteamericana que vetó la aplicación de todas las resoluciones
de las Naciones Unidas referidas al conflicto árabe, palestino–israelí. Teniendo
en cuenta lo anterior, estimamos que la posición palestina debe tratar el
asunto de la retirada israelí de Gaza apoyándose en lo siguiente: -
Que la retirada de las fuerzas de ocupación de cualquier porción de territorio
palestino sea una conquista lograda gracias a la honorable y continua
resistencia llevada a cabo por el pueblo palestino con todas sus corrientes y
fuerzas vivas en una larga trayectoria de lucha que comenzó a partir de la gran
catástrofe acaecida en el año 1948. Por tanto la retirada israelí es un
precio que debe pagar el ocupante para poder salir del atolladero en que se
encuentra y que se complica cada vez más. -
Que el intento del ocupante de convivir con sus pérdidas por un periodo mayor y
de extender la ocupación a través del Plan Divisorio Unilateral Modificado, es
una maniobra condenada a un contundente fracaso. Advertimos
aquí que en el momento en que la parte palestina acepte pagar un precio por esa
retirada, la balanza se inclinará a favor de los israelíes. Nosotros,
conscientes de que el éxito de la firmeza palestina requiere de una disposición
capaz de hacer fructificar y emplear la victoria táctica que se logrará con la
retirada de la ocupación de cualquier porción de los territorios palestino
ocupados, estimamos que todos, destacamentos y autoridad, deben coincidir en que
sería un error considerar la imposición del control de seguridad sobre Gaza
por parte de la Autoridad Palestina como un hecho consumado. Por el contrario,
sería el fruto de una conciliación nacional sobre la base de la solución de
las divergencias políticas fundamentales una condición para crear una nueva
estrategia política, lo cual será posible a través del “Programa de Ramala”
del 30 de marzo del 2004, que solo espera ser firmado por todas las
organizaciones para comenzar a llevar a cabo los pasos prácticos ! previos a su
aplicación a saber: -.
la creación de una dirección unificada y un gobierno de unidad nacional. -.
aunar todas las fuerzas del pueblo palestino -.
eliminar los aspectos negativos que hemos enfrentado y rectificar la metodología
de la resistencia para reorientarla, “no asfixiarla”, contra los ocupantes y
los colonos armados para así dejar sin efecto las pretensiones del gobierno de
Sharon de justificar la continuación de la construcción de los muros
divisorios y racistas, así como las políticas de destrucción, asesinatos,
demolición de viviendas y de matanzas de civiles palestinos. Debemos
rechazar las condiciones dictadas por Israel para retirarse de Gaza y no
dejarnos engañar por la retórica de que aceptar esos dictados ayudará a
convertir la retirada en una parte del plan de Hoja de Ruta y un paso inicial
para su aplicación, ya que ello restringiría el papel internacional, incluido
el papel regional árabe a ejercer presión sobre los palestinos para que
acepten las condiciones de seguridad planteadas por Israel, sin obtener a cambio
ninguna garantía, ni de Israel ni de Estados Unidos, que comprometan a Tel Aviv
a aceptar el establecimiento de un proceso político para el logro de un arreglo
equilibrado y global al conflicto árabe, palestino-israelí sobre la base de la
legalidad internacional. Aceptar
las condiciones sionistas nos llevarían a sumergirnos en particularidades que
harían perder la esencia del asunto y muchos de nuestros legítimos derechos
nacionales. Aquí
se hace necesario señalar que aún cuando el Muro Divisorio Unilateral se
vincule al plan internacional cuatripartito a partir de la concepción israelí,
estaremos prácticamente ante una nueva Hoja de Ruta norteamericano-israelí,
basada en las 14 condiciones planteadas por Israel, que dan al traste con la
esencia del proyecto internacional. El
plan sharonista modificado para la retirada unilateral deja todo ambiguo ya que
consta de cuatro etapas hasta finales del 2005. El gobierno hebreo es quien
decide su magnitud, calendario y ejecución o suspensión en dependencia de sus
coyunturas e intereses particulares. Es
conocido que desde el inicio Sharon convirtió el tema de la retirada de los
territorios palestinos ocupados y la desarticulación de los asentamientos en
una causa internacional israelí hasta el punto de que su plan, sometido a referéndum,
quedó en manos de los colonos quienes constituyen la mayoría de las bases
partidistas del Likud. Hasta
ahora Israel no ha reconocido que es una fuerza de ocupación sobre el pueblo
palestino y sus tierras, sino que hace una separación entre el pueblo palestino
y su tierra con falsas y metafísicas alusiones al Torah. En
realidad lo que se plantea en cuanto a los palestinos no es mas que una autonomía
para la población sin incluir la tierra, que además no dejará la puerta abierta hacia la
independencia. Así Israel mantendrá en sus manos el control de seguridad
en todos los pasos,
fronteras y espacios aéreos y marítimos palestinos, al tiempo que seguirán las
actividades colonialistas para usurpar lo que queda de los territorios palestinos
en Jerusalén y Cisjordania. Esto es exactamente la esencia y el resultado de
los amargos años de Oslo y sus soluciones parciales. En
cuanto a la continuidad de la resistencia en todas sus formas, incluyendo la
armada, no se podrá lograr ninguna conciliación nacional si no se erige sobre
la base de garantizar el derecho de cada palestino a luchar hasta la retirada
total de la ocupación de la última pulgada del territorio usurpado. De
lo contrario veremos divididas las luchas de nuestro pueblo, nuestra causa
nacional y sus derechos inalienables. Por
último, para evitar que todo quede supeditado a la voluntad de la derecha
israelí, debemos unir a nuestro pueblo en el contexto de un programa político
unificado y práctico, basado en las resoluciones de la Legalidad Internacional
y que presente a nuestro pueblo ante el mundo con una dirección unificada y un
gobierno de coalición con plenos poderes. Con ello impondremos un bloqueo a las
maniobras de la derecha israelí y a la verborrea de Sharon. La
condición que debemos observar al tratar cualquier plan político, en primer
lugar, es garantizar la independencia, la seguridad, la soberanía nacional y
solucionar la causa de nuestro pueblo refugiado sobre la base de la Resolución
194. |
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Editor Ahmed
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