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¿Qué estás haciendo, Mahdi?

 Gideon Levy

Traducción: Carlos Sanchis

 He aquí una persona sin casa, sin familia, sin trabajo y sin esperanza, sin un presente y sin un futuro, prisionero en su pueblo en desempleo forzoso, y todo debido a la interminable  ocupación. He aquí un hombre joven que no tiene nada en la vida sino sus pesas oxidadas, que levanta todas las mañanas, entre las 8 y las 10, tanto para mantenerse en forma como para hallar una razón por la que levantarse por la mañana.

       He aquí  una persona que siendo un muchacho tiró tres piedras al lado de un camión militar, que no pegó a nadie y no causó daño alguno, aparte de arruinar su vida. 

       Fue torturado después por los interrogadores del servicio de seguridad  Shin Bet y sentenciado a 30 meses de prisión, la mitad de ellos suspendidos, diez meses por cada piedra, bajo la acusación de "actuar contra la paz". Era el periodo de los Acuerdos de  Oslo, y el juez del tribunal militar, el teniente coronel israelí Eli Zeicherman, estaba profundamente inquieto por la paz regional. De lo contrario, ¿ por qué habría  sido tan duro con el muchacho acusado, sino por la causa de la paz?

"¿Tiene el juez un hijo?; ¿hijos?" Escribí aquí  hace nueve años, después de la vista del tribunal militar con el pequeño lanzador de piedras del pueblo de Hawara en Nablus. Tenía entonces 15 años, un niño afligido, que  había perdido a su padre y había sido enviado a  prisión durante un año y cuarto después de estar sujeto a una serie de torturas deshonrosas, todo debido a lo que podría haber sido una protesta violenta o una simple travesura juvenil. Así hicieron que su niñez infeliz cayera a un abrupto abismo, y su vida que tenía pocas expectativas, desde el comienzo, fue devastada permanentemente.

Su madre no asistió al proceso. Permaneció en su cuchitril en Hawara. Sólo sus dos hermanos mayores, Khaled y Husein, permanecieron de pie al lado de la carretera y saludaron con la mano, a su hermano pequeño cuando fue llevado en una furgón con ventanillas de barrotes desde la prisión de Megiddo al tribunal en Nablus. Los hechos ocurrieron al final de las vacaciones del verano de 1994, mientras nuestros niños estaban retozando en sus días de campamentos y los ojos de sus niños chispearon momentáneamente con la esperanza de una vida normal que rápidamente se marchitó. La mayoría de los muchachos israelíes del verano de 1994 prosiguen hoy los estudios después del servicio militar y de un largo viaje por el  extranjero.

Le pregunté: ¿Qué hay de Mahdi?, y éste me respondió "Fui interrogado por un hombre gordo que llevaba  vaqueros... pidió que  me desnudara. Me quedé en calzoncillos y el hombre gordo me dijo que me los bajara. Trajo un trapo y empezó a apretar  mis testículos. Empecé a gritar... Querían que yo les diera una lista de 25 nombres y entonces dejarían de apretar mis pelotas... no les di nombres porque yo no sé 25 nombres," me dijo entonces con su  voz de  niño.

También describió las humillaciones que él sufría durante los interrogatorios y me habló sobre golpes atroces, sobre desmayarse, sobre una tubería de caucho que se usó en sus piernas y sobre las palmadas en su cara.

 "Claro que  lloré. Pero ahora ya no lloro por la noche. Yo, realmente, sólo echaba de menos a Mamá."

La reacción de la defensa de la clase dirigente  en ese  momento era: "El muchacho fue examinado por un médico y ningún cambio se encontró en su estado de salud." Tom Segev escribió en el diario  Haaretz: "Mientras a un muchacho le estaban aplastando los testículos, el acuerdo en Gaza y Jericó ya estaba firmado."

La edad del muchacho, su  condición de huérfano, su situación económica, su inmaculado pasado, su arrepentimiento, la apelación fue archivada y la  intervención en su nombre de Yossi Sarid, entonces ministro de educación que se horrorizó  cuando leyó el artículo, no hizo sino llevar a la  reducción de su internamiento en prisión de 15 a 8 meses  lo que era todavía un castigo patológico.

"¿Qué es lo que hay de interesante en este muchacho en particular? Después de todo hay muchos niños que han recibido un castigo de este tipo," el fiscal militar israelí preguntó en el patio del tribunal de apelaciones.

Pasaron tres años y los territorios ocupados pasaron a la Autoridad Palestina. A finales de 1997 yo me lo encontré de nuevo, esta vez en Hawara. Él era un miembro de la fuerza policial palestina Shikrour, estaba orgulloso de su insignia: Por primera vez había encontrado un objetivo en la vida. Se cuidaba de los adoradores de la tumba de José  en Nablus.

Sin embargo, su felicidad tuvo una corta vida. Inmediatamente después aparecieron problemas mentales los cuales, con seguridad, no pueden separarse del trauma de la tortura y su largo encarcelamiento cuando era un muchacho; fue despedido después de medio año de servicio por recomendación del médico de la policía y su arma le fue confiscada.

"Un final feliz está todavía obstaculizado, ciertamente, en el caso del  muchacho lanzador de piedras de  Harawa," escribí entonces. Desde entonces no lo he visto ni he oído hablar nada de él.

Sentado en el suelo, con el cuerpo encorvado, perdido en sí mismo, bajo un sol llameante, esperándonos en el control militar de Tarqumiya. Ahora él es un bronceado y musculoso hombre con la estampa de su barba. Nosotros llegamos a Tarqumiya, el pueblo que se había convertido en una especie  de nuevo hogar para él, una ciudad refugio del hostigamiento del Shin Bet el cuál quiere enrolarlo como colaborador.

Esperando bajo un viejo algarrobo estaba su hermano, Husein que le saludo con la mano hace nueve años cuando era conducido en un furgón desde la prisión, y su cuñado, Abdullah. Mahdi no tiene ninguna casa; él divide sus noches en Tarqumiya entre la casa de su hermano y la de su hermana, la esposa de Abdullah.

Mahdi tiene seis hermanos y una hermana. Su padre, un comerciante de antigüedades de Nablus, murió cuando ellos eran niños, y su madre, Kamallah, está ahora en Jordania. Los otros se esparcen a lo largo y ancho, como la mayoría de la nación. Rumal, el mayor, de 40 años, es un periodista en Hawara; Khaled, de 35, vive en Hawara y está desempleado; Mureib, de 33, está en Houston, Texas, intentando encontrar una cura para sus dos hijas que padecen una dolencia intestinal grave; Zuheir, de 32, también está en Houston, con su hermano; Faisal, de 30, está en Zarka, Jordania, donde  hace duros trabajos que implican esfuerzo físico; Husein, de 25, tiene trabajo de pavimentar suelos en Jerusalén Oriental, donde reside sin  permiso; Sahar se casó con Abdullah, el oficinista local de correos, empleado en Tarqumiya; y Mahdi, que ahora tiene 24 años, está desempleado.

 

El mosaico de la  historia de su vida es la historia de la vida bajo la ocupación israelí. Después de que lo soltaran de la prisión - pasó tiempo en cinco prisiones diferentes, todas ellas  para adultos - no regresó a la escuela. Trabajó de vez en cuando en Israel, estuvo arrestado como "ilegalmente presente" y su sentencia suspendida fue activada.

"Me pasé casi dos años en casa," cuenta. "Yo tenía una suspensión [de sentencia] y no me permitían entrar en Israel. ¿Qué hice?: Comí y dormí."

Entonces encontró trabajo en Ramle. "Mi suspensión de condena había terminado y fui a Ramle para trabajar," -dice. " Trabajé allí exactamente tres días. Entonces la policía me cogió con otros dos obreros. Seis días en prisión. Le dije al juez que mi condicional había terminado y él me dijo: Usted no tiene permitido entrar. Quiso imponerme seis meses. Llamé a un tío mío casado  con una mujer judía que tiene una tarjeta de identificación azul. Vive  en Ashdod y le dije que viniera y me ayudara. Pero entonces vino el Shin Bet a la prisión en Ramle."

"¿Que estás haciendo, Mahdi? Yo soy Gilad de la oficina del Shin Bet en Hawara," dijo el agente secreto que lo visitó en prisión. "Yo le dije, ahlan wasahlan [bienvenido]. Dijo: ¿Qué estás haciendo? ¿estás creando problemas aquí?, le dije: No. Yo estoy trabajando, yo no soy un terrorista. No estoy creando problemas. Tengo un nivel y un martillo, no tengo ataques en mi bolsillo. Dijo: bien: ¿Eres un buen muchacho? Le dije: Sí, sigo la línea recta, ni a la derecha ni a la izquierda. Yo estoy aquí para trabajar, no en el Frente [ Popular]  ni en Hamas. Podría ir a ellos y conseguir dinero pero yo no quiero eso. Quiero trabajar.

"Él dijo: bien, yo puedo darte un permiso para trabajar en Israel y dinero también, sólo trabajando para mí un poco.  Le dije: ¿ Qué trabajo?. Él  me dijo: espía un poco. Dime donde van las personas. Le dije: yo no quiero trabajar así. Me dijo: Tú te irás ahora a casa sólo si trabajas para mí. Le contesté: ¿Usted me dará problemas en el tribunal? Dijo: ni te daré problemas ni te ayudaré. Nosotros somos compañeros. Así, se  fue.

"Fui ante el tribunal. El fiscal dijo: este cumplió una parte entera. Entendí que Gilad había creado problemas. Me dije: Ahora voy a la cárcel para  dos años.  La mujer juez, una muchacha excelente; muy buena, me impuso sólo seis meses de suspensión. Me fui a casa.

"¿A dónde iría ahora? No hay trabajo. Me dije: iré al Consulado Americano y conseguiré  una visa, iré allí con mis dos hermanos.

Fui a Jerusalén. Les dije: Mis hermanos están allí, quiero estar con ellos. Me miraba. Dijo: Yallah(vamos), sal de aquí, fuiste un prisionero, estás excluido, vuelve a casa. Le dije: bien. Y me fui  a casa.

"¿Qué hacer? Se casaba uno de mis hermanos en Jordania. Yo quería ir a Jordania. Fui a Jordania. En el puente me dijeron: espera aquí. Dos horas, tres, cuatro, cinco. No puedes ir a Jordania. Estuviste en prisión. Vete a casa. Me fui a casa.

"¿Qué puedo hacer? No hay trabajo. Me sentaba en casa. El 13 de agosto de 2002, estaba durmiendo, eran las cinco de la madrugada. El Shin Bet llegó a casa. No corrí, porque yo sabía que no había ningún problema.

- Gilad:¿Qué estás haciendo, Mahdi?. Todo está bien, respondí.

-Necesito verte en mi oficina. Me  vestí. Salamu Aleikum a mis hermanos.

"Fui a la cárcel. Estuve allí seis días. El sexto día fui ante el tribunal en Salem. El juez me dijo: usted está creando problemas. ¿Qué clase de problema? piedras. Le dije: míreme, ¿ arrojo yo piedras?. Ellos me dijeron: Vaya a Petah Tikva [a unas instalaciones de interrogatorios del Shin Bet]. Tuve miedo. Me quedé allí en zinzana [encierro solitario]. ¡Era aún más pequeño! Un colchón y un retrete. Dormí dos días."

"El interrogatorio arriba, en la oficina. ¿Qué estás haciendo, Mahdi? Gilad no estaba allí, era un interrogador diferente. ¿Creaste  problemas?.

¿Qué es lo que he hecho?. Tú no eres bueno. Fui al zinzana. En el tribunal: realizaste un ataque terrorista, eres del Tanzim. Les dije: En el interrogatorio nadie ha dicho eso. Veinte días bajo arresto. Yo regresé al  zinzana.

Dos meses en zinzana con prolongaciones en el tribunal. Sólo cinco Interrogatorios en  dos meses. ¿Qué hice yo?. Y eso es lo que pasó.

"Fui a la silla de la mentira [una prueba del polígrafo, “máquina de la verdad”]. Si uno miente- la silla habla. ¿Conoce usted a los terroristas? ¿Tiene usted arma? ¿Ha hecho ataques terroristas? Seis preguntas. Yo bebí té muy dulce. ¿Hay una puerta en la habitación? ¿Es su nombre Yasser? Para verificar la silla. Eres un mentiroso, el Shin Bet dijo. Has mentido, has mentido. Mi cabeza explotaba. Me arrojó las llaves. Moví mi cabeza y golpearon la pared. Cuando acabé de ser interrogado, dijo: Vas a prisión por tres años. Veinte días en zinzana. Me dije: bien. Enfermé en zinzana. El doctor me dijo: Tome Acamol [aspirina]. Dormí durante una semana y no sabía donde estaba. Después de ocho días me dijeron: Te vas a casa. No podía creerlo.

"Estaba sentado en la comisaría de policía de Petah Tikva. Me dijeron: no hay nadie que pueda llevarte al control militar. Ellos dijeron: La policía de fronteras podrá llevarte a cuatro kilómetros del control militar. Les dije: no tengo permiso, la policía vendrá y me cogerá y yo tengo una suspensión[sentencia]. Ellos me dejaron lejos del punto de control. Fui a pie y tuve miedo. Telefoneé a mis hermanos y dijeron: ¿Cómo iremos  nosotros, hay puntos de control?. Caminé mucho. Había colonos y ejército. Después de tres, cuatro horas un automóvil de Kafr Qassem vino y me llevó a casa.

"Me  quedé en Hawara durante dos semanas, entonces salí y vine aquí. Llevo aquí ocho meses. Sentado por todas partes. No hay trabajo. No tengo ninguna casa. No estoy casado. No tengo dinero. Simplemente estoy sentado. Si voy a Hawara, la Policía de Fronteras me cogerá. Me tenderán en el suelo durante unas horas, comprobarán y dirán: eres  un alborotador. Todo debido a las piedras. Duermo en casa de mi hermano o en casa de mi  hermana y como a sus expensas. Tengo miedo de entrar en Israel y no hay trabajo aquí.

"El Shin Bet ha arruinado mi vida. Yo no quiero trabajar para ellos. No quiero crear problemas, no quiero ser de Hamas, sólo trabajar. Para casarme y eso es todo."

De repente él se quedó callado y no dijo nada más. Estaba cabizbajo. Se sentó allí silenciosamente durante mucho tiempo, su mirada triste fijada en el suelo.

Editor Ahmed Hijazi
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