Palestina

Testimonio
desde Palestina
Ana
(Nablús) y Antonio (Hebrón)
Ana y Antonio presenciaron la ofensiva militar llevada a cabo por
el Ejército israelí contra las ciudades palestinas durante la primavera de
este año, aquí publicamos su testimonio sobre lo que vieron en aquellos días.
Quedamos
a las cinco de la mañana en el check point de Ramala las ONGs nacionales e
internacionales, además de
un
coche consular francés y la prensa. Pasado Kalandia se
incorporaron los tres camiones de ayuda humanitaria.
La mayoría de las donaciones (comida, medicinas
y algo de ropa) venían de organizaciones locales.
Llegamos al check point de Tappuah (a menos de
20 km de Nablús) donde prohibieron la entrada a la prensa.
No querían cámaras. A partir de ese punto un coche
militar encabezando el convoy nos llevó hasta la entrada
en Nablús, allí nos dejo, concretamente en la entrada
del campo de refugiados de Balata.
Fue
como si
nos
hubiesen soltado en una ciudad fantasma. No había ni
un alma. La carretera estaba totalmente destrozada por
el paso de los tanques, agujereada, al paso de los vehículos
se levantaba mucha arena y veíamos bastante mal,
a nuestro alrededor todo estaba arrasado, las casas
tiroteadas, bombardeadas, sin ventanas, de vez en
cuando se oían disparos, el ruido de los tanques circulando.
La calle es ancha y aún así los tanques se habían
divertido en aplastar los coches que estaban aparcados
en las aceras. Puro vandalismo. La gente salía
a las ventanas, miraban extrañados, nos sonreían,
algunos se atrevían a salir de las casas gritando
y pidiendo ayuda a pesar del estricto toque de
queda, algunos incluso aplaudían. como si hubiese llegado
la salvación. Llevamos la ayuda directamente al
principal centro del Creciente Rojo palestino. Descargamos
los camiones, la gente salía a la calle a curiosear
arriesgándose a ser tiroteados por los francotiradores
israelíes. Fuimos testigos de la continuidad de los feroces
combates en la ciudad antigua de Nablús, los bombardeos
seguían, los tiroteos, movimientos de tanques
por la ciudad y hacia la ciudad antigua.
Observaba
la ciudad, ¡madre mía como la han dejado!, recordaba
las palabras que me dijeron Veronique y Emile
sobre la llamada telefónica que
habían mantenido unos días atrás con el director del
departamento que las pedía que no se fuesen porque de
aquí al miércoles todo se acabaría (el convoy fue el
martes). Veronique y Emile ya están en Francia
esperando regresar. Todas sus cosas están en nuestra
casa en Nablús.
La
Cruz Roja y el Creciente Rojo Palestino nos informó que
les fue imposible atender a los enfermos y mucho menos
recoger los cadáveres. Ya que si conseguían salir más
valía atender a los vivos…El día anterior habían salido
varias ambulancias y todas fueron tiroteadas, dos
ya no funcionaban. Aún así pudieron llegar a alguna
parte de la ciudad antigua. Decían que había unos
51 muertos que están en las calles, en las casas.
El
ejército no les deja actuar, nos contaron que los perros
habían comenzado a comerse un cadáver que está abandonado
en la ciudad antigua, también una familia tiene
en su casa tres muertos. Hay más de 200 heridos sin
atender. Ahora aquí en Palestina las temperaturas son
ya veraniegas…No hay agua, no hay electricidad, los
teléfonos no funcionan. Sólo el agua y la electricidad
llegan a algunas partes de la ciudad. El toque
de queda impuesto a la ciudad de Nablús desde la ocupación
del Ejército israelí no ha sido levantado ni
una
vez. El día que llegamos salieron dos ambulancias y
al irnos todavía no habían regresado…quizá pudieron atender a alguien.
Hoy
he podido hablar con una de las chicas de Médicos del
Mundo que no regresó con el convoy y me cuenta que sólo
han permitido salir a alguna ambulancia y han podido
repartir comida a un hospital, que la situación es
muy pesada, que los muertos siguen en las calles, que
no pueden hacer gran cosa. Me han hablado sobre los
palestinos detenidos en las operaciones de limpieza
del Ejército israelí que regresan a Nablus desde
el campo militar improvisado en el pueblo de Hiwara,
que está a unos pocos kilómetros de Nablús. Les sueltan y regresan a sus
casas andando, con un papel
en la mano que les permite entrar a Nablús. Al entrar
ponen en peligro sus vidas, algunos han sido heridos
por disparos, el toque de queda impuesto por el
ejército permite disparar a todo lo que se mueva.
Los
que consiguen llegar al Creciente Rojo Palestino relatan
como son tratados: No nos dan de comer, sólo dos
medios vasos de agua al día, un poco de pan con mermelada
para todo el día. Dentro de la jerarquía de los
buscados reciben diferentes tipo de tortura, los que sólo
les interrogan durante 3 o 4 días (los menos importantes
dentro de la jerarquía: nos someten a todo tipo
de humillaciones, no nos dejan dormir, nos despiertan,
nos echan agua fría, nos dan mantas y al rato
vienen otros y nos las quitan, nos tienen atados
de manos, de pies, nos vendan los ojos, nos despiertan
y nos hacen cantar cosas totalmente ridículas
o nos hacen cantar cosas contra nuestro país,
cosas humillantes, nos golpean continuamente.
luego dentro de la jerarquía de los buscados
los que son mas importantes, aparte de los ya dichos,
si están heridos..., de los más buscados poco se sabe
porque no salen, sus compañeros que van llegando a
Nablús relatan que se escuchan casi todo el tiempo gritos,
gritos de dolor, por la noche es horrible… al parecer
a uno le dio un paro cardíaco y no fue atendido,
no saben , pero ya no se le oía…