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El fracaso de la tregua en Palestina Traducción:
Carlos Sanchis Ha
sido un golpe de Estado. Como cualquier clásico cuartelazo, fue llevado a cabo
por un grupo de oficiales: Sharon, Mofaz, Ya’alon y el alto Estado Mayor del
Ejército. No es un secreto que el bando militar (el único
partido que realmente funciona en Israel) puso objeciones a la hudna (tregua)
desde el primer momento y que buena
parte de él se opone a la Hoja de Ruta. Su poderoso aparato de propaganda, que
incluye a todos los medios de comunicación israelíes, esparció el mensaje: ¡La
hudna (tregua) es un desastre! ¡ Cada
día de hudna es un mal día! ¡La
reducción de la violencia a casi cero es
una desgracia: bajo la cobertura de la tregua, las organizaciones terroristas
se están recuperando y rearmando!. ¡
Cada terrorista que se evite atacar hoy nos golpeará más fuerte mañana!”.
El
mando del ejército estaba como un adicto privado de su droga. Estaba prohibido
llevar a cabo las acciones que él quería. Estaba a punto de aplastar la Intifada,
la victoria estaba sólo a la vuelta de la esquina, todo lo que se necesitaba
era sólo un decisivo y final golpe, y todo esto se conseguiría.
Los militares israelíes
estaban molestos cuando vieron que la nueva esperanza se sostenía en la opinión
pública israelí, el ánimo alcista de la previsión de cambio, el alza en el
valor del shekel (moneda), el regreso masivo a los centros de ocio. En efecto,
esto era un espontáneo voto popular contra la política militar.
Ariel Sharon se dio cuenta de que si esto funcionaba, la
realidad derrumbaría sus planes a largo plazo. Además justo al principio de la
tregua, él adoptó tres metas inmediatas:
Primera,
derribar a Abu-Mazen tan pronto
como fuera posible. Mahmud Abbas se había vuelto querido por George Bush, un
invitado bienvenido a la Casa Blanca. El exclusivo estanding de Sharon en
Washington estaba en peligro. La pareja Bush-Sharon, que estaba mutando a un única
unidad Busharon, estaba en peligro de convertirse un triángulo: Bush-Sharon-Abbas.
No hay, ahora, grandes peligros para los planes de Sharon. Segundo,
destruir la Hoja de Ruta en su infancia.
La Hoja de Ruta obligaba a Sharon a desmantelar inmediatamente unos 80
asentamientos avanzados, congelar todos los demás, detener la construcción del
muro y retirar el ejército de todas las ciudades de Cisjordania. Sharon nunca
soñó con el cumplimiento de siquiera una de esas obligaciones. Tercero,
poner fin a la hudna y dar nuevamente
al ejército su libertad de acción en todos los Territorios Palestinos
Ocupados. La cuestión era como sería logrado sin un
trazo de sospecha pegado al propio Sharon. La gran mayoría de israelíes, que
habían saludado la hudna,
posiblemente no se permitirían sospechar que sus propios líderes fueran los
responsables de extinguir este rayo de esperanza. Todavía más importante; era
imperativo que semejante idea perniciosa no entrara en la inocente cabeza del
bueno de George W. Toda la culpa debe recaer en los palestinos, así el afecto
por Abu-Mazen se convertirá en desprecio y odio. Los medios para alcanzar estas metas fueron
seleccionados con gran cuidado, teniendo en cuenta el mundo simplista de Bush
con sus Tipos Buenos y sus Tipos Malos. Los Tipos Malos son los
“terroristas”. Además, era aconsejable matar a los militantes de
Hamas y Jihad. Esto no disgustaría a Bush. A los ojos del
presidente, matar “terroristas” es una Buena Cosa. Y como resultado,
los palestinos estarían obligados a romper la hudna. Es lo que ha sucedido:
El
8 de agosto, soldados israelíes mataron a dos militantes de Hamas en
Nablus. Pero la venganza fue limitada: el 12 de agosto, un suicida con
explosivos mató a un israelí en Rosh-Ha’ayin y otro suicida, con el mismo
procedimiento, a una persona en el asentamiento de Ariel. Ambos suicidas procedían
de Nablus. Hamas anunció que la hudna
continuaría. El 14 de agosto, el ejército israelí mató a Muhammad Seeder, líder
del ala militar de Hamas en Hebrón. Cinco días después, el 19 de agosto, un
suicida con explosivos, de Hebrón, se explosionó en un autobús en Jerusalén,
matando a 20 personas; hombres, mujeres y niños. Dos días después, el 21 de
Agosto, el ejército israelí asesinaba a Ismael Abu-Shanab, el cuarto líder de
Hamas. Esta vez hasta no fue posible incluso prender en
la víctima el nombre “bomba de relojería”, como es usual en estos casos.
El hombre era un bien conocido líder
político. ¿Por qué fue él elegido entre todos para asesinarle? Un
corresponsal militar en la televisión israelí tuvo un desliz en su lengua: Abu-Shanab
fue muerto, dijo, porque estaba
“disponible”. Es decir, era un objetivo fácil porque no fue a ocultarse
clandestinamente después del atentado del autobús, como hicieron los líderes
del ala militar. Esta vez, por fin, la meta se había alcanzado.
Las organizaciones palestinas anunciaron que daban por cancelada la hudna.
Sharon y Cía. Se regocijaban. En
unas horas el ejército israelí había penetrado nuevamente en el centro de las
ciudades palestinas, iniciando una orgía de arrestos y demoliciones de casas (más
de 40 en un sólo día). El adicto se lanzó de un salto sobre la
droga. Su crisis se cerraba, los
oficiales podrían hacer todas las cosas que se les había impedido llevar acabo
durante nueve largas semanas. Pero la situación no
volverá al status
quo ante Intifada, por así decirlo. Los ataques y muertes serán más
numerosos y más crueles. La construcción del Muro adentrándose en los
territorios palestinos se acelerará; acompañada de la actividad de crecimiento
y construcción en los asentamientos. La máquina de propaganda del
ejército israelí está ya preparando a la opinión pública para la “expulsión
de Arafat”. “Expulsión” es un eufemismo producido por la sección de
“lavandería verbal” del ejército, uno de sus más creativos
departamentos. La intención no es expulsar al líder de su complejo de Ramallah,
ni de Palestina, sino de este mundo. La
reacción de los palestinos y de todo el Mundo
Árabe puede ser predecible. Será
un punto histórico de no retorno, quizá eliminando
la oportunidad de la paz para varias futuras generaciones. ¿Y los americanos? Jamás tendrá la
Administración de Bush una apariencia tan patética
como aquí y ahora. El desafortunado Colin Powell despierta compasión
con sus balbuceos y su emisario, John Wolf, un lobo sin dientes,
seguirá el camino de todos sus predecesores.
Después de la implosión del nuevo orden en Afganistán y de la
guerra de guerrillas clásica absorbida ahora en el universalmente odiado
régimen de ocupación en Irak, el fracaso de la Hoja de Ruta pondrá un final a
cualquiera de las pretensiones presidenciales.
Es mucho más fácil tener una fotografía tomada con el uniforme de una
victoria gloriosa con el respaldo de ejércitos extra que gobernar la nave del
Estado. La reanudación del ciclo de violencia
agravará, por supuesto, la depresión económica en Israel. La crisis se
ahondará. Junto a la hudna
(tregua) y a la Hoja de Ruta, el turismo, las inversiones extranjeras y la
recuperación también morirán. La
economía, también, es una adicta que necesita su droga: nueve billones de dólares
en créditos garantizados del Gobierno de los Estados Unidos están esperando a
Sharon en Washington. Estos serán suficientes para la elite política y
militar. Solamente los pobres serán más pobres. Pero ¿a
quién le preocupa?. Todo
esto está siendo efectuado sin consultar al público israelí. No hay una
discusión abierta, ningún debate en los medios de comunicación, ni en el
silencioso Knesset (parlamento israelí), ni el gabinete de marionetas.
Esto es lo que lo hace un cuartelazo. Resumiéndolo:
La Hoja de Ruta está muerta, porque Sharon estaba en su contra desde el
principio, Bush la vio únicamente como una oportunidad de foto con un bonito
fondo y Abu-Mazen no obtuvo de Israel y de los Estados Unidos cosa alguna que
pudiera presentar como un logro palestino. ¿Qué va a suceder ahora? Después de derramar aún más
sangre y más lágrimas, los dos pueblos llegarán una vez más a la convicción
que es mejor ir hacía un acuerdo y hacer la paz.
Entonces estarán obligados a aprender la lección del último capítulo:
Todo debe empezar desde el final. Solamente después de que la fotografía del
final de los asentamientos claramente emerja podrá uno enfrentarse a los
problemas inmediatos. Cualquier otra cosa será una hoja de ruta al abismo. Leer
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Editor Ahmed
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